Editorial Opinión

Día de la Tierra

Día de la Tierra

Gran parte del mundo conmemoró ayer el Día Mundial de la Tierra, efemérides consagrada hace más de cincuenta años para concienciar a la humanidad sobre la imperiosa necesidad de conservar, proteger y promover la sanidad del medioambiente en un globo terráqueo que se degrada muy aceleradamente.

El excesivo calentamiento global, causado por el aumento en las emisiones de gases como el metano y el óxido nitroso, que se estiman como las más altas de la historia, han provocado cambios climáticos causantes de frecuentes fenómenos como sequías, ciclones, terremotos, tsunamis, e inundaciones.

A la era industrial se atribuye el aumento del efecto invernadero que trastorna la atmósfera, pero el drama ecológico matizado por la desaparición de grandes extensiones boscosas y afluentes pluviales se atribuye a la depredación promovida por gobierno, corporaciones y poblaciones.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) dispuso que las actividades relacionadas con el Día de la Tierra se centren en el lema “Invertir en nuestro planeta”, lo que conlleva a reclamar a las principales economías a reducir el gasto militar e incrementar la inversión en proyectos de preservación del medio ambiente.

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Desde cuando el senador estadounidense Gayrol Nelson propuso en 1970 declarar el 22 de abril como el Día de la Tierra, el globo terráqueo ha experimentado el periodo de mayor deterioro en muchos siglos de la historia humana, al punto que cada año desaparecen más de diez millones de hectáreas de bosques.

La efeméride es propicia para reclamar del gobierno y Estado dominicanos aplicar de manera eficiente y sostenida políticas que garanticen la preservación de la foresta, las fuentes de producción acuíferas, así como la extensión de sus áreas boscosas.

República Dominicana comparte la Isla Hispaniola con el Estado de Haití, cuya porción territorial ha sido devastada, al extremo que los bosques apenas representan 1% de sus más de 28 mil kilómetros cuadrados, drama que ya se extiende hacia la frontera oeste del territorio isleño.

A los dominicanos les corresponde cuidar, proteger y defender cada palmo de bosque y foresta como un bien colectivo vital para la supervivencia, crecimiento y desarrollo de la nación, amenazada hoy por el riesgo de estallido de una dilatada crisis económica, institucional, política, sanitaria, social y medioambiental que abate al vecino Haití.

El Nacional

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