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Dicen lo mató Abbes
Cincuenta años después el espíritu de Almoina vive

Dicen lo mató Abbes<BR>Cincuenta años después el espíritu de Almoina vive

Cincuenta años se han cumplido  de la muerte a tiros en Ciudad  México de José Almoina Mateos, quien residió en Santo Domingo entre 1939 y 1947, período en el cual sirvió como maestro de Ramfis Trujillo y secretario particular de su padre, el dictador Rafael L. Trujillo Molina. 

Según múltiples evidencias –algunas surgidas recientemente- Almoina Mateos,  nacido en España,  fue ultimado por orden de Trujillo por dos sicarios cubanos que fueron capturados, enjuiciados y encarcelados en México. 

El atentado ocurrió en  la mañana del 4 de mayo de 1960 y el fallecimiento se produjo al día siguiente en un hospital en donde hicieron esfuerzos por salvarle la vida.

El hecho causó  una conmoción en México y trascendió a todo el continente, incriminándose desde el principio al régimen trujillista.

En el cincuenta aniversario del suceso, el intelectual cubano Salvador Morales Pérez –autor de una fatigosa investigación que culminó el año pasado con el interesante libro  «Almoina, un exiliado gallego contra la dictadura trujillista»,  está satisfecho del interés surgido en los últimos tiempos hacia la figura  del personaje, nacido en Lugo, Galicia.

Investigaciones

Muestra del interés es que el miércoles último, Morales Pérez   disertó acerca de Almoina en la Universidad Nacional de Educación a Distancia de Madrid, ocasión en la que donó ejemplares de su libro y se desató un debate sobre los intentos que siempre se han hecho para ocultar los crímenes de los gobiernos totalitarios.

“En España hay en estos momentos una controversia sobre los muertos del franquismo, porque al igual que en la República Dominicana los verdugos de la dictadura no fueron encausados”, dice  Morales Pérez, actual profesor-investigador en el Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, de Morelia, México.

Aunque no se acaban de abrir nuevos archivos en torno al caso de Almoina, Morales Pérez destaca que “lo novedoso está por venir por el interés levantado por mi obra y la del periodista gallego Xurxo Martínez Crespo, desconocido aún en Dominicana”.  (Este último es autor de una biografía sobre Almoina titulada “Exilio. Dominicana. México”.

Morales Pérez apunta que Fernando Muñiz Albiac, profesor jubilado del Instituto de Educación Secundaria León Felipe, de Zamora, España, tiene casi listo un libro sobre Almoina que trata del período anterior a su exilio, que comenzó en 1939, tras la guerra civil española. “Traerá novedades, sin lugar a dudas”, pronostica Morales.

 Observa  que en Lugo, España, conoció recientemente al profesor Claudio Rodríguez Fer, quien está muy interesado en la obra literaria que dejó Almoina, particularmente en sus escritos acerca de autores gallegos. Revela que también ha conocido a Isabel Gómez Rivas, “joven universitaria que anda destapando a este gallego desconocido en su propia tierra”.

“Como se puede ver,  el proceso de recuperación está en marcha, pese a los obstáculos y los escollos  presentados por los que no quieren que estos episodios y personajes revuelvan el remanso de gobernanza actual”, destaca.

 La motivación

A un año de su libro y cincuenta del crimen, de varias cosas está convencido Morales Pérez. 

Primero, de que el  informe confidencial que sobre la política dominicana produjo Almoina en septiembre de 1947 (al poco tiempo de irse de Santo Domingo), destinado a gobiernos de distintos países americanos, fue el principal motivo de su asesinato.

A su entender, las  denuncias de Almoina en ese informe “entorpecieron las intrigas políticas de Trujillo para sentar su influencia en el área de modo terminante”.

 En su libro «Almoina, un exiliado gallego contra la dictadura trujillista»,  publica íntegramente -por primera vez en una obra formal- lo que se titula “Informe confidencial que sobre la política dominicana produce el licenciado José Almoina Mateos, ex secretario particular del Presidente Trujillo».

Almoina cometió el error de calzar con su nombre el «Informe confidencial» dirigido a los gobiernos de la cuenca del Caribe, en el que lanzó duras críticas a Trujillo, atribuyéndole serios planes intervencionistas en los asuntos internos de otros países.

En el voluminoso informe, analizó -entre otras muchas cosas- las condiciones personales de Trujillo y le atribuyó ser «un enfermo mental». Llegó al extremo de imputarle degeneración sexual y práctica homosexual.

Morales Pérez está seguro de que aunque el documento de Almoina fue manejado con mucha discreción, llegó rápidamente a las manos de Trujillo. Cuenta cómo él (Morales Pérez)  encontró en años recientes copias de la pieza en archivos de la cancillería venezolana y localizó referencias del mismo en Cuba.

Además, hace una serie de explicaciones encaminadas a demostrar la trascendencia regional que tuvo ese documento a nivel diplomático y gubernamental y de la manera en que Trujillo se enteró del mismo. 

Almoina se ausentó del país a principios de 1947 alegando estar enfermo de tuberculosis y se radicó en México, donde tuvo una activa vida intelectual y produjo el «Informe confidencial» en septiembre de ese mismo año. 

Morales Pérez dice que “de la semilla del Informe confidencial germinó la idea de un libro de combate frontal contra el régimen de Trujillo, aunque escudado en el seudónimo de Gregorio R. Bustamente, el cual decidió titular  “Una satrapía en el Caribe. Historia puntual de la mala vida del déspota  Rafael Leonidas Trujillo”.

Tan solo un año y medio después de su “informe confidencial”,  terminaba con el libro, el cual –a juicio de Morales Pérez- fue “una bomba de acusaciones contra Trujillo” y   la segunda causa de su asesinato en 1960.

La apología

Pero en 1950 Almoina escribió otro libro, “Yo fui secretario de Trujillo”, atendiendo a peticiones  que a través de emisarios –y por escrito-  le hizo la Primera Dama, María Martínez.

Morales Pérez  observa que después de la diatriba, con todo el fundamento ideológico y testimonial que la amparó, Almoina pasó a la apología de Trujillo.

El Nacional

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