La llegada del Partido Revolucionario Moderno y del presidente Luís Abinader al poder, ha resultado ampliamente beneficioso para las Fuerzas Armadas, bajo la dirección del ministro de Defensa, teniente general Carlos Luciano Díaz Morfa, que recién recibió un doctorado Honoris Causa, por la Universidad Internacional del Talento, en México, por los méritos alcanzados durante su carrera militar.
En menos de tres años como ministro de Defensa, el general Díaz Morfa ha logrado avanzar significativamente en dignificar y profesionalizar las Fuerzas Armadas. Hace apenas días hice un recorrido por todas las dependencias del organismo quedando gratamente sorprendido de los avances alcanzados en la remoción, modernización y equipamiento de todas sus dependencias, desde el “supermercado”, hasta el centro de atención de segundo nivel, pasando por sus salones, talleres, almacenes, oficinas, estación de combustibles, vehículos modernos, etc. La sede central del ministerio ha cambiado totalmente, a pesar de los limitados recursos con los que cuenta.
El éxito está en la honradez y pulcritud con que se manejan los recursos. Las Fuerzas Armadas dejaron de ser una “piñata” que un grupo de “jorocones” con rango, se robaban o sustraían los equipos y avituallamientos que se suponen debían llegar a los soldados, pero que nunca llegaban, ni se entregaban, como ocurre actualmente. Debo destacar y reconocer, para ser justo, el papel que jugaron las FFAA durante la pandemia en la vacunación de toda la población utilizando, no solo el personal médico y todos los centros de salud disponibles bajo su control, sino acompañando a todo el personal de salud pública, del ministerio de Educación y del gobierno central. Encomiable la labor de las FFAA, sin dudas.
Durante los gobiernos del Partido de la Liberación Dominicana, tanto de Leonel Fernández como de Danilo Medina, las Fuerzas Armadas sirvieron para enriquecer a determinados grupos. Las Fuerzas Armadas no escaparon a la corrupción rampante que reinó durante la “Era” del PLD.
Visité el centro de acopio de los uniformes, gorras, zapatos, correas, etc. Le pregunté a un oficial qué tiempo hacía que los militares “de la base” (alistados) no recibían su avituallamiento. “Más de 16 años”, me respondió tajantemente. Acto seguido me ofreció un detalle minucioso de cuantas camisetas, pantalones, zapatos, camisillas, etc., había recibido y cuantas se entregan meticulosamente en todo el territorio nacional.
La planta eléctrica, por ejemplo, siempre estaba “dañada” o se dejaba “dañar” para justificar alquileres costosos; con el combustible había un derroche, con los vehículos un desorden, los alimentos que se adquirían, pero que no llegaban en la calidad y cantidad que se pagaban.