Los buenos modales y responsabilidad convirtieron a Eustaquio Henríquez en una figura emblemática en sectores y familias de Santiago. Henríquez, como empleado desde hace muchos años del Instituto Postal Dominicano (Inposdom), no hacía más que cumplir con su servicio. Pero como la responsabilidad es la excepción y no lo normal no tardó en construir una imagen afectiva que se ha mantenido a través de los años.
Pero el buen y eficiente empleado ha estado, con tristeza, en las labores que la comunidad tanto apreciaba.
Simplemente porque con el cambio de autoridades lo despidieron sin evaluar su comportamiento. El suyo es otro de los tantos abusos en que se incurre con los cambios de administración y que derivan de la falta de institucionalidad.
El de Henríquez, sin importar su preferencia política o credo religioso, y otros casos con las mismas características, deben revisarse hasta por el bien del propio cambio. Se entiende que los funcionarios lleguen con su equipo de trabajo, pero es una insensatez la cancelación de un simple cartero que cumple a cabalidad con su trabajo. O sea, que no es la clásica botella que cobra sin dar un golpe.