Si el galardón que otorga Acroarte se sigue llamando Casandra, o cambia el nombre, ya no es tema de discusión, porque es algo que se resolverá al margen de lo que creamos. Lo que sigue teniendo importancia, es lo que este debate ha sacado a flote: la responsabilidad social de los y las cronistas de arte, el papel de forjadores de valores y de opinión que, sabiéndolo no, desempeñan cuando promueven un valor o antivalor de la sociedad, sea por razones económicas (las historias sobre las payolas que reciben algunos y algunas periodistas para promover a un artista, o a un personaje público abundan, por ejemplo la de un ministro que tenía que pagarle a un programa de radio RD$300,000.00 mensuales para tenerlo de su lado); y las historias sobre cómo viven algunos periodistas que provienen de los barrios mas empobrecidos del pais, y sobre donde esquían, hombro con hombro con el gobernador del Banco Central. Anécdotas que son tema de risa, en las fiestas de la burguesia nacional, reafirmando que la nieve no blanquea el origen de clase, por más polvo talco que nos pongan en la cara, y por más que traicionemos nuestros orígenes creyendo que algún día ascenderemos socialmente.
Empero, ¿por qué cuando hablamos del Casandra tenemos que referirnos a los y las cronistas de arte? Porque el país se nos está desintegrando moral y culturalmente y todo el mundo se vive quejando de la falta de valores de la juventud, de la falta de honradez, de esfuerzo, de estudio, de ética, de hermandad, de solidaridad, de respeto, de dignidad, frente al inmediatismo, la gratificación compulsiva, y el asalto al Estado que aprenden de cada ministro que surge de la nada y termina como millonario, o millonaria.
¿Cuál es el metamensaje cuando el Casandra se le otorga a la mexicana Gloria Trevi, una cantante que fue arrestada por trata de niñas (para el uso sexual del marido) y drogadicción y pasó cinco años en una cárcel en Brasil, por las mismas razones, donde acusó falsamente al director del penal de haberla embarazado? ¿Cómo se justifica ese premio? ¿A quién le sirve de modelo esa mujer?
Y, ¿cómo se justifica el Casandra que se le otorgó a Omega cuando estaba sometido a juicio por violencia doméstica? ¿Alguien recuerda la manera triunfante en que levantó su estatuilla, como burlándose de los grupos de mujeres que habían cuestionado su premiación? Y, ¿dónde está ahora Omega? ¿Qué hubiera sucedido si los cronistas hubieran condicionado su premiación a un cambio de actitud frente a las mujeres, y a unos contenidos más respetuosos del sexo femenino? ¿O no es Omega hijo de una mujer?
De esta responsabilidad hablaremos en el próximo artículo.

