El Infierno es el método de castigo que ha elegido Dios para quien osa desobedecer sus leyes y estatutos ambiguamente descrito en la Biblia. Es muy sencillo: si usted no obedece a la Biblia, simplemente va al Infierno. Nada más fácil.
El cómo es el Infierno o lo que nos imaginamos de él, viene a ser una especie de combinación de leyendas, mitos culturales y populares sumados a lo poco que nos dice la Biblia sobre él.
Sin embargo, el papa Francisco aprovechó la Semana Santa para desmitificar toda esta mentira sobre el infierno y dejar claro que tal castigo celestial no existe y que Dios no es un ser vengativo como quieren «venderlo» algunos vividores de la fe.
No existe un infierno en el que sufren las almas de los pecadores para toda la eternidad», asegura el Papa Francisco, al veterano periodista italiano Eugenio Scalfari, quien siempre se ha proclamado ateo, pero suele reflexionar sobre la fe y la religión y tiene acceso al líder de la Iglesia católica.
Tras la muerte, las almas de las personas que se arrepienten reciben el perdón de Dios y se suman a quienes lo contemplan, pero «aquellos que no se arrepienten y por tanto no pueden ser perdonados, desaparecen», afirma Francisco.
«El infierno no existe; lo que existe es la desaparición de las almas pecadoras», insistió el Papa Francisco. Sin embargo, en el 2005, el entonces Papa Juan Pablo II se encargó de poner en claro que el limbo no existía, de modo que a partir de ese momento los niños muertos sin bautizar, irán al cielo, por misericordia divina.
Pero hasta ahora, al menos tradicionalmente, no la dispensaba a los niños que morían sin bautizar, ya que eran mandados a ese «vacío legal» llamado limbo, y era imposible que llegaran al cielo.
Sin embargo, desde el punto de vista de la ciencia cuando una persona muere la circulación sanguínea y la respiración se detienen, aunque el cerebro continúa vivo durante cierto lapso, en el que las neuronas mueren gradualmente, comenzando por los hemisferios cerebrales y terminando con las estructuras troncales.
Es decir que, al momento de la muerte el cerebro puede reproducir experiencias agradables, lo que se interpreta como “el cielo”; o experiencias negativas, lo que sería tomado como “el infierno”.