
Llama la atención que las mujeres representan la mayoría entre quienes han emigrado del país (53.5 %), equivalente a un millón, 480 mil 252, en tanto que los hombres suman un millón 284 mil 882, para un 45 %, lo que obliga a las autoridades a reflexionar sobre las causas que generan esas estadísticas.
Un estudio del Instituto de Dominicanos en el Exterior (Index) arrojó que 2,874,124 dominicanos residen en el exterior, muchos en sitios tan distantes como Egipto, Emiratos Árabes Unidos y Qatar, pero con mayor concentración en Estados Unidos, donde se desarrolla una diáspora de dos millones 398 mil 009 inmigrantes.
Alrededor de un 27 % de la población dominicana reside en el exterior, cifra que en términos absolutos aumentó en 27,408 migrantes, en 2024, sin incluir los que poseen la condición de indocumentados en territorio estadounidense, Europa o Latinoamérica.
Los 2.8 millones de dominicanos remesaron el año pasado US$10,756 millones de dólares, cifra en divisas similar a la generada por el sector turismo, lo que significa también que en promedio cada migrante remitió al país durante ese periodo US$3,743.19.
El informe resalta que unos 288 mil 515 dominicanos residen en Europa, la mayor parte en España (202,162), Países Bajos, que incluye a Holanda, las islas de Curazao, Aruba, San Martin y Bonaire (17,979), y Francia, con 8,699 residentes. Otras comunidades dominicanas se asientan en Alemania, Bélgica e Italia.
Llama la atención que las mujeres representan la mayoría entre quienes han emigrado del país (53.5 %), equivalente a un millón, 480 mil 252, en tanto que los hombres suman un millón 284 mil 882, para un 45 %, lo que obliga a las autoridades a reflexionar sobre las causas que generan esas estadísticas.
Como lo ha señalado el canciller Roberto Álvarez, el estudio de referencia serviría de base para ejecutar una política exterior más inclusiva, pero en términos concretos permite a embajadas y consulados dar seguimiento a los conglomerados de inmigrantes dominicanos en cualquier parte del mundo.
Las misiones diplomáticas y consulares tienen la obligación de servir con diligencia y eficiencia a los compatriotas residentes en el exterior, que no deben ser tratados como fuente de enriquecimiento o con excesivo celo fiscal, porque esa diáspora aporta más de diez mil millones de dólares anuales a la economía.