La visita del secretario de Estado de Estados Unidos a República Dominicana, precedida de una estadía en Haití, ha resultado en términos formales muy provechosa porque al parecer el visitante no vino a imponer, sino a gestionar un alivio en las tensas relaciones dominico haitianas.
Antony Blinken, destacó que ya la economía dominicana es las más grandes del Caribe y de las que crecen con mayor rapidez en Latinoamérica, además de anunciar una nueva iniciativa para capacitar a estudiantes dominicanos en la industria de los semiconductores, con una inversión inicial de US$3.0 millones.
El lenguaje diplomático es lo que más se asemeja a la poesía, y en ese aspecto Blinken demostró experiencia y habilidad en sus encuentros con autoridades haitianas y con el presidente Luis Abinader, al menos eso fue lo que reflejaron comparecencias posteriores con la prensa en Puerto Príncipe y Santo Domingo.
Blinken reconoce que la crisis de Haití repercute aquí de manera negativa, por lo que alivia saber que, al menos en público, no recreó el documento de la Cumbre de las Américas que pretendía obligar a República Dominica a disfrazar la inmigración haitiana con justificativos de refugiados, apátridas y solicitantes de asilo.
La llamada telefónica del secretario de Estado Mike Pompeo al presidente Danilo Medina, en julio de 2019, cambió radicalmente un momento político dominicano, matizado por la intención del mandatario de modificar la Constitución, para que le permitiera optar por otra reelección, lo que demuestra el poder e influencia del cargo que hoy ocupa Antony Blinken.
Ha hecho bien el presidente Abinader en advertir al distinguido visitante que la normalización de relaciones con Haití estará sujeta al respeto de la seguridad de República Dominicana, al señalar que la crisis haitiana tiene efectos reales en presión migratoria y en el sistema de salud dominicano.
Sería injusto indilgar al secretario Blinken el desempeño en Santo Domingo de un rol de procónsul; más bien su comportamiento se alineó con el de una diplomacia horizontal con elogios al desempeño económico dominicano y comprensión sobre la carga que representa para el país la situación de Haití.
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El tiempo se encargará de develar consensos y disensos en las conversaciones entre el presidente Abinader y el jefe de la cancillería estadounidense, con la esperanza de que no aflore agenda oculta y de que la defensa a la soberanía nacional se mantenga sobre todas las cosas, contra cualquier interés foráneo.