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En apariencia, desamparada subsiste la palabra Democracia

En apariencia, desamparada subsiste la palabra Democracia

Rafael R. Ramírez Ferreira

Cualquiera se desalienta de hacer o pensar en algo, cuando los motivos para hacerlo brillan por su ausencia, en donde quizás, es menos doloroso, quedarnos en el andén en espera del próximo tren, algo así como le pasó a Penélope, que cuando llegue, simplemente, no sea lo que esperábamos. Y es que todo nos hace pensar que determinados políticos, -no necesariamente- este u otro gobierno en específico, sino, aquellos que forman parte no de un solo partido político, sino, los que forman parte de las cúspides de los mismos, quienes están autoconvencidos de que el pueblo no conoce de sus artimañas y argucias para aprovecharse de las mieles del poder, sin que se contemple el más mínimo esfuerzo para que otros puedan sobrevivir decentemente en base a sus esfuerzos, incluyendo, claro está, la seguridad en todos los órdenes.

¿Dónde se ha quedado aquel paraíso o glorioso futuro del que hemos estado escuchando durante las últimas décadas, donde hasta uno que nos mal gobernó, tuvo el tupé de enorgullecerse con su propia mentira de que había terminado con el analfabetismo? Lo que no especificó fue dónde ocurrió esto y dónde fue a parar la inmensa cantidad de dinero que se destinó para este objetivo; ¿dónde fue a parar?  E inclusive, dentro de este mismo tenor y aunque parezca algo un poco descabellado, pero, basado en los tantos escándalos que se han producido con la excusa de que vivimos en una democracia, consideramos hasta de ley, poner en entredicho la legalidad de esta.

Si hemos elegido a un grupo para que administre las cosas del Estado y no lo hacen, es decir que no realizan las funciones para la cual están destinados, cabría preguntar; ¿No entran en ilegalidad por falta del trabajo contratado mediante un voto, y por ende la propia democracia que honorablemente dicen representar?

Por nuestra parte creemos a fe ciega, que este paisito -muy rico por cierto- es fácil de gobernar inclusive por encima de los “honorables”; los prósperos empresarios, esos mismos que antes tuvieron su mayor trabajo en los menesteres propios del narcotráfico o el contrabando y que, luego, han pasado a ser, además, “honorables” y distinguidos, sumándole a estos los pobres padres de familia, toda una aglomeración de cosas raras y de distorsionada composición, pero, por igual, sin dejar una rama dependiente de estos últimos y que llevan por profesión “Madres Solteras”, si, las mismas que se iniciaron primero exigiendo un perrito -de los más caros-, que luego evolucionaron a un “carajito”, que por lo general tienen a alguien que proporciona dinero para su manutención, consideramos, definitivamente, que, con fortalecer la institucionalidad a fin de que se aplique la ley por igual para todos, que se entienda ¡para todos! Saldríamos de este atolladero político.

Porque es precisamente el primer factor por el cual no somos -como pueblo- lo que por justeza y derecho deberíamos de ser. Considero que las buenas intenciones de muchos gobernantes han sido manifiestas, pero, los compromisos políticos contraídos, al final, son los que nos han llevado a ser un pueblo gobernado por una casta política corrupta, inepta y un grupito de familias, cuyas ambiciones han rebozado lo inimaginable, llegando al colmo, de que, hasta la legitimidad de la llamada democracia, esté en tela de juicio.

Con el permiso de la claque de protegidos familiares que creen todo lo contrario, pero, más que democracia, pareciese ser, una anarquía organizada. ¡Sí señor!

El Nacional

La Voz de Todos