En tétricos laberintos de nichos y tumbas olvidadas, dentro de un mar de maleza y basura, se han convertido los cementerios San Vicente de Paúl, Cristo Salvador y San Lorenzo de Los Mina. Todos en Santo Domingo Este donde no se distinguen los pasillos, ni los muertos enterrados a ras del suelo, por lo cual si uno no miras donde pisa al caminar, al hoyo de un muerto puede ir a parar.
San Vicente de Paúl
Las tumbas y nichos rotos muestran muchas veces su horroroso contenido. Cráneos, huesos, restos de ropas y destruidos féretros, sumado a la inseguridad que se respira en el ambiente, hace que en vez de ser un camposanto para el descanso y la paz eterna, sea un lugar, tan inseguro para los vivos que lo visitan, como para los muertos que allí habitan.
Eran las doce del medio día cuando llegamos a este barrio de difuntos. En la entrada varios hombres que antes vivían de lo que aquí se hacia, enterrar muertos y limpiar tumbas, descansaban de no hacer nada, sentado en la acera, debajo de un árbol de almendra. Dos perros enclenques que dormitaban sobre una tumba se levantan rápidamente para darnos la bienvenida; luego se alejan con desdén, sin un aparente motivo.
Ya dentro del camposanto, no hay una dirección precisa que seguir. No hay calles, ni pasillos, ni callejones. Todo se asemeja a una ciudad de muertos olvidados donde las tumbas y nichos están casi cubiertos en su totalidad de hierbas y suciedad.
No se puede caminar, no hay espacio entre los muertos. Al tétrico ambiente se le suma un insoportable mal olor a materia fecal disecada por el sol que empeora más el dantesco drama.
“Si usted quiere entrar yo lo a puedo guiar. Pero caminaremos entre tumbas que no se saben donde están, por lo cual puede ser un poco peligroso, ya que hay hoyos cubiertos de hierbas”, expresó Luis Navarro, quien tiene más de 25 años, trabajando de manera independiente en el lugar.
Desde tiempo atrás, la falta de vigilancia en los cementerios y plazas públicas y la fuerte demanda de metales han ocasionado que delincuentes barriales en busca de hacer dinero para subsistir y comprar drogas hagan de estos lugares sus centros de operaciones, de donde extraen todo tipo de metales y cosas de valor.
En los cementerios, las partes de metales de las cajas, son robadas. También de los nichos se extraerán las varillas. Otras versiones no confirmadas dan testimonio de que la venta de huesos y dientes de los difuntos es otro medio de hacer dinero. Los que sí, es seguro es que en las noches en este barrio de difuntos se conviertes en guarida de delincuentes, en donde se hace de todo.
El deterioro, abandono y saqueo se ha intensificado en los últimos cinco años, a tal punto que muchas personas se han visto en la obligación de trasladar a sus muertos a otros cementerios, sin que las autoridades del Ayuntamiento de Santo Domingo Este (ASDE), tomen carta en el asunto.
El cementerio San Vicente de Paúl esta en el mismo centro del barrio Vietnam de Los Mina, y fue abierto en mayo 1961. La primera persona enterrada fue una niña de 13 años quien murió supuestamente luego de tragarse una aguja.
Aun que no pudimos ver vigilancia en ningún lugar se nos dijo que la custodia del recinto está a cargo de dos policías municipales, pero desde que dan la 5:00 de la tarde, el lugar queda vigilado por las sombras de la noche. Desechos de electrodoméstico, botellas de cerveza y ron, heces fecales y toda la inmundicia que se pueda imaginar, aquí se ven.
“Periodista muy contrario a lo que se dice que las tumbas están rotas para robarle a los muertos, yo creo que están así por que los muertos se están escapando para otro lugar y no vivir en esta inmundicia, no foto no”, expreso un joven de uno veinte años con una botella plástica con cemento para zapatos en sus manos.
Aunque su pared de protección es bien alta, en la parte oeste colinda con viviendas construidas pared con pared, además de la falta de vigilancia, convierten a este cementerio en tierra de nadie. Una guarida donde se guarda droga, y se refugian los malhechores después de sus fechorías.
Cristo Salvador
Al recorrer este camposanto nos damos cuenta que aunque no tan drástico como en el anterior, el descuido es muy notorio. Aquí nos encontramos con un océano de hierbas, calles deterioradas, tumbas rotas, y caminos que no conducen a ningún lugar, como parte de algunos de los problemas que presenta este cementerio.
En algunas manzanas cientos de tumbas y hasta panteones están cubiertos por hierbas y malezas de todo tipo de especies, y cuya altura puede sobrepasar los tres pies. Una gran cantidad de panteones se encuentran rotos, posiblemente para extraer de ellos metales y cualquier cosa de valor.
Muy pocos nichos lucen limpios, por obra de sus dueños.
Sus calles internas parecen caminos vecinales, ya que al parecer, en los últimos años no han recibido mantenimiento, pues su deterioro es de tal magnitud que incluso caminando se dificulta llevar por ellas a los difuntos, a su última morada. Otras partes del cementerio parecen inaccesibles si no se camina entre tumbas.
“Desconozco el tamaño de este cementerio ya que nunca me fueron entregados los planos. Se que tiene 19 manzanas, y que en la actualidad hay una ocupación de nichos y tumbas del 98 por ciento del terreno, por lo cual no creo que la vida útil sea de más de un año”, según Alfonso Gregorio, administrador.
Aunque este lugar sacramental es uno de los de mayor demanda, no sólo por los habitantes de su demarcación, sino del Gran Santo Domingo, en donde entre 10 y 20 entierros se registran todos los días, solo cuenta con cuatro policías municipales dos de día y dos de noche, para la vigilancia.
Siendo uno de los camposantos más modernos ya que fue inaugurado en septiembre del 1990, aquí no se cuenta con ningún tipo de información sobre las inhumaciones que se realizan.
No se tienen datos organizados sobre las actividades diarias. La oficina del administrador, es un almacén lleno de viejos archiveros donde se guardan los diarios de las inhumaciones.
Los Mina
Es un pequeño camposanto de apenas una cuadra, ubicado en la calle Horacio Ortiz Álvarez esquina Diego Colón, el sector del mismo nombre, justo detrás del Liceo Ramón Emilio Jiménez, aunque ya esta cerrado para enterrar, sigue abierto para ser una guarida de malhechores y una letrina para quien quiera hacer sus necesidades.
Cementerio
La palabra cementerio viene del término griego koimetérion, que a su vez dio origen a la palabra latina cemeterium. Ambas palabras tienen el mismo significado, dormitorio. Según las creencias cristianas, en el cementerio los cuerpos duermen hasta que llegue el día de la resurrección.