Editorial Opinión

¡Enhorabuena!

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El acuerdo con que se afirma se superó la crisis en la Cámara de Cuentas, y que por demás mantenía en vilo a la población, evidenció que las diferencias entre sus miembros iban más allá de simples chismes de comadres. En un momento en que amplios sectores han perdido la fe en la justicia por el desenlace de sonoros escándalos de corrupción, el conflicto en el organismo, matizado por diferentes versiones, bajaba más la nota.

Con la mediación de los presidentes del Senado y de la Cámara de Diputados, la vicepresidenta Elsa María Catano Ramírez, la secretaria Tomasina Tolentino de Mckenzie y Elsa Peña Peña aceptaron la suscripción de un acuerdo por la “Consolidación de una Cámara de Cuentas al servicio de la transparencia y la institucionalidad”.

El convenio, que contempla la depuración del recurso humano, establecimiento de cuatro direcciones de auditorías, puesta en funcionamiento en dos meses de un programa de monitoreo en línea del presupuesto y el fortalecimiento de la dirección jurídica representa, sin duda, un valioso aporte al sistema institucional. Generaba mucha inquietud la resistencia que trascendió a la revisión de auditorías denunciadas como maquilladas bajo el alegato de que la acción desconocía la continuidad del Estado.

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Esas auditorías, que se tenían como parte de la confrontación, serán depuradas con el criterio que mandan las normas en la materia. Por las supuestas irregularidades en las pesquisas la Pepca llegó a allanar las instalaciones de la Cámara de Cuentas, en el marco de una operación que denominó Caracol, e incluso anunció un juicio contra los pasados miembros de un órgano fundamental para la transparencia.

Tras el acuerdo llamó la atención una declaración de la miembro Peña Peña, quien no solo defendió la integridad del presidente de la entidad, Janel Ramírez, sino que acotó que la crisis ha sido atizada por sectores que se sienten amenazados y buscan hacer colapsar el órgano. Ahora que las cosas parecen haberse aclarado y que la armonía habría retornado el acuerdo tiene que respetarse al pie de la letra para evitar decepciones y peores consecuencias.

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El Nacional

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