(IV)
Solo un escritor de este período se distingue entre sus pares, por su profundo sentido de justicia y equidad, John Stuart Mills, autor de Mujer y Esclavitud, quizás porque estaba casado con una mujer a la que reconoce como coautora de todos sus escritos: Harriet Hardy Taylor Mills.
John afirmaba que:
“La subordinación de las mujeres destaca como rareza aislada dentro de las instituciones sociales modernas. La única reliquia de un viejo mundo de pensamiento y práctica que en todo lo demás ha desaparecido. Esta radical contradicción entre un hecho social y todos los que le rodean, y la oposición entre su naturaleza y la mancha hacia el progreso de que el mundo moderno hace alarde, es sin duda un asunto serio en el que reflexionar”.
Manteniendo que fue su esposa, Harriet Hardy Taylor Mills, quien contribuyó al desarrollo de sus ideas sobre las mujeres, Mill rechaza las tradiciones políticas de la subordinación femenina y publica, en 1851, un ensayo a favor del sufragio femenino, informando sobre la Convención por los Derechos de la Mujer que se había realizado en Estados Unidos.
Harriet reclamaba la plena ciudadanía política y legal de la mujer: “Lo que queremos las mujeres es la igualdad de derechos, igualdad de privilegios sociales, no una situación diferente, una especie de sacerdocio sentimental”.
Comparando a los hombres con los dueños de esclavos y a las mujeres con los esclavos, la esposa de John Stuart Mills afirmaba: “El prejuicio de las costumbres, lo mismo que negó los derechos a los esclavos durante siglos, se los negó a la mujer”.
Y, “lo mismo que la esclavitud corrompe tanto al amo como al esclavo, la opresión de la mujer corrompe a ambos sexos”. “En uno produce los vicios del poder, en el otro los del artificio. Y, si la abolición de la esclavitud es una cuestión tanto moral como politica, no lo es menos la abolición de la opresión de la mujer”.
“La verdadera cuestión es si es justo y conveniente que la mitad de la raza humana tenga que pasar por la vida en un estado de obligada subordinación de la otra mitad”.
Basado en estas ideas, publica Mills en 1869 La esclavitud femenina, haciéndose eco de los reclamos de su esposa Harriet por los derechos ciudadanos de las mujeres como cuestión de justicia elemental: “El que las mujeres tengan las mismas fundadas razones que los hombres, por el mero hecho de ser personas, a reclamar su derecho al voto es algo díficil denegar para cualquiera.