Sólo los pueblos que conservan su acervo cultural y se aferran a sus valores como un árbol a sus raíces fértiles, pueden superar crisis y resistir las embestidas de esta condición posmoderna que nos advirtió Jean François Lyotard.

El poemario ‘’ Fervor de Buenos Aires’’ del maestro Jorge Luis Borges, ícono universal de la Literatura, acaba de cumplir 100 años y el Ministerio de Cultura de la ciudad de Buenos Aires, ha emprendido todo un movimiento cultural para que los jóvenes estudiantes lean y relean la obra del vate argentino.

Recuerdo haber leído una vez que sólo los lectores legitiman a los escritores. El maestro Borges, con su Aleph y sus ficciones, llenó nuestra América mestiza de nuevos colores en las palabras y sembró en varias generaciones la necesidad de hablar con perfección artística y emular en cada frase a Miguel de Cervantes.

Fervor de Buenos salió a la luz pública en 1923. Un Borges de 24 años, intenta de un plumazo, engullir a todo Buenos Aires, desde un insignificante rincón, hasta una arboleda encubridora de enamorados. 46 poemas que desbordan un amor melancólico y enternecedor de su patria chica: Buenos Aires.

Argentina hace con Jorge Luis Borges, lo que nosotros le negamos a don Pedro Henríquez Ureña. Quizás importe recordar que nuestro Pedro recibió grandes elogios de Borges y de uno de los hombres más inteligentes que ha pisado este planeta: Ernesto Sábato, premio Miguel de Cervantes de Literatura.

Escribió Borges a raíz de la muerte de Pedro Henríquez Ureña en 1946, su famoso:’’ El sueño de Pedro Henríquez Ureña’’ Un amoroso reconocimiento al maestro dominicano. Y lo termina así: ‘’No recordarás este sueño, porque tu olvido es necesario para que se cumplan los hechos’’

Sábato, alumno de don Pedro Henríquez Ureña, se refirió así del hijo de Salomé Ureña:’’ Es un humanista excelso, quizás el único en el continente’’. Y luego añade: ‘’ Nos enseñó el misterio y la maravilla de la Lengua Castellana’’.

Por. Ramón Rodríguez
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