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Franklin: 94 años

Franklin: 94 años

Efraim Castillo

(A Franklin Domínguez, la voz más alta de nuestra dramaturgia, en sus 94 años)

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Franklin Domínguez, nuestro principal dramaturgo, acaba de cumplir 94 años y tener presente su extraordinario legado escénico, es poseer lo mejor de nuestro teatro.

Es bueno recordar, junto a Franklin Domínguez, que nuestra dramaturgia moderna nació con la fundación del Teatro Escuela de Arte Nacional (TEAN) en 1946, por órdenes de Rafael Leónidas Trujillo, y los resultados cualitativo-cuantitativos de esa institución se comprobaron en la década de 1950, cuando comenzaron a montarse y escribirse obras como Espigas maduras, de Domínguez, un drama que representó a la entregeneración del cincuenta, no sólo debido a su estructura dramática ni a sus recursos escenográficos, sino por simbolizar el grito cultural del país contra una opresión dictatorial que, en esos años, crecía en dolor y terror.

Hoy, a más de seis décadas de la muerte de Trujillo, muchos se preguntan cómo pudo ser posible que siendo Espigas maduras un drama teatral estrenado por el Cuadro Experimental de Comedias María Martínez, instaurado por la esposa de Trujillo, hubiese podido colarse algún grito contra la dictadura.

La respuesta podría ser difícil si para entender aquel grito no se recurriera, por una parte, al expediente sociológico y, por la otra, a la estructura didáctica del país, caracterizada por el establecimiento de un historial erudito que cubría el discurso del siglo XX, e integrado por sólidos intelectuales como Ricardo Sánchez Lustrino Andrés Avelino, Domingo Moreno Jimenes, Américo Lugo, Franklin Mieses Burgos, Mariano Lebrón Saviñón, Freddy Gatón Arce, Antonio Fernández Spencer, Aída Cartagena Portalatín, Manuel Rueda, Máximo Avilés Blonda, Lupo Hernández Rueda, Luis Alfredo Torres, Abelardo Vicioso y Víctor Villegas. Casi todos integrantes de movimientos culturales que se agruparon antes y dentro de la dictadura.

Es bueno apuntar que cuatro años antes de la creación del Cuadro Experimental de Comedias María Martínez, había abierto sus puertas la Escuela Nacional de Bellas Artes (ENBA) y que. junto al TEAN, formaba parte de la estrategia cultural ideada por los asesores del régimen, con el fin de organizar una ambiciosa superestructura cognitiva capaz de integrar en su seno a la mayoría de los productores culturales del país.

Esos ideólogos sabían -porque lo habían estudiado— que el país carecía de academias en donde se impartieran clases de música, plástica, teatro y ballet; y la década de 1940 abrió al país hacia esas posibilidades, sumándose al medio siglo de búsquedas educativas de Hostos y su escuela laica, de Ricardo Sánchez Lustrino y su Pro-psiquis (1912), de Andrés Avelino y su Manifiesto Postumista (1921); así como de los grandes aportes de los integrantes de la Poesía Sorprendida (1943) y la Generación del 48 (1948).

En la década de 1950, ya el país tenía jóvenes graduados en pintura, escultura, música, teatro y ballet; contando con críticos como Manuel Valdeperes, María Ugarte, Carlos Curiel y Pedro René Contín Aybar, que diferenciaban claramente las calidades de los objetos producidos y las interpretaciones acometidas por éstos.