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La historia política partidaria de este país ha sido la de la fragmentación. Si el proceso de división ocurrido en las organizaciones nacionales fuera representado por un árbol, se tratara de uno inmenso y frondoso, cuyas ramas enmarañadas se esparcirían hacia el infinito.
El sector liberal de la sociedad dominicana tiene primacía en ese sentido. Esa circunstancia ha resultado determinante en el predominio apabullante en la conducción del Estado que han tenido los conservadores, mucho más cautos a la hora de asumir decisiones que coloquen en riesgo la conquista o permanencia en el poder.
Lo más triste de todo surge cuando se revisan las causas que han incidido en que los acontecimientos hayan girado en esa dirección. En la mayoría de las ocasiones los motivos han sido absolutamente ajenos a criterios ideológicos o de estrictas razones políticas. El espíritu de sacrificio y el desprendimiento han primado por su ausencia, se ha optado por aferrarse a proyectos personales quiméricos o preferir la ostentación vanidosa del título de excandidato presidencial en desmedro de cargos electivos de menor significación, pero de mayor conexión con la realidad.
El colmo se ha producido al constatar cómo segmentos importantes de las fuerzas progresistas han participado en proyectos comunes con entidades antagónicas, al mismo tiempo de negarse con obstinación a concertar pactos con organizaciones afines con las cuales podrían haberse estructurado frentes políticos que bien pudieron haber cambiado el curso de la historia, propiciando de esa manera una democracia menos cosmética que la que padecemos.
El tema, nueva vez, recobra trascendencia a propósito de las citas electorales a que estamos convocados para el próximo año, las cuales deberían ser abordadas por quienes anhelan una cualificación de un sistema que está agotado, con la finalidad de alcanzar tres objetivos fundamentales: Desplazar del poder al PLD; concretizar un amplio acuerdo político social opositor; y aprovechar la victoria para que la misma no se circunscriba a una simple sustitución de personajes.
En la persecución de esa meta, la primera conciencia a tener es la de que están dadas las condiciones para que en los certámenes venideros se produzca una polarización como pocas veces ha ocurrido. Son múltiples los signos que muestran que la población se distribuirá entre los que intentarán preservar el actual estado de cosas y los que harán el esfuerzo porque se materialice un cambio que coadyuve a buscar nuevos senderos ante una situación de extrema gravedad. Continuará.