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Genocidio

Genocidio

Juan Taveras Hernández

Los misiles y las bombas con ojos siguen cayendo sobre la Franja de Gaza, destruyendo sin contemplación, todo ser vivo: hombres, mujeres, niños, pájaros, árboles, abejas, mariposas, flores, Perros, gatos, ratas; ni los insectos sobreviven.

La matanza indiscriminada no se detiene, No hay tregua, No hay corredores humanitarios, Mantas para combatir el frío, alimentos para saciar el hambre, Energía eléctrica, agua potable, medicamentos.
Todo lo que hace la vida posible ha sido cortado.

Nada entra, nada sale, sólo la muerte sobrevive.
Mientras tanto, las bombas siguen cayendo indiscriminadamente.
No hay piedad, ni perdón.

No hay humanidad ni compasión, No hay misericordia en las entrañas de los asesinos, La sangre sigue corriendo por las arterias de la Franja dejando una estela de llanto y dolor, Los caídos no se pueden contar, son tantos los muertos, tanto los niños acribillados, tantos los hombres y mujeres, que nadie los puede contabilizar.

No hay piedad, ni perdón
Los soldados continúan avanzando, Disparando, provocando una masacre inédita, Un exterminio similar al de la Segunda Guerra que terminó con la vida de 8 millones de judíos.

Aún se puede ver el humo histórico de los hornos de Hitler, gritando en las chimeneas del holocausto, son los mismos judíos, que, olvidando su historia, exterminar el pueblo palestino, como si no fueran seres humanos, como si no fueran hermanos, expulsados de sus tierras, enterrarlos en ella sin que el polvo se entere, sin que quede vivo uno solo de sus descendientes, Los sionistas nunca estuvieron solos en su afán por borrar al pueblo palestino de la historia y del mapa.

El grupo Hamás ha sido una excusa para la extensión.
Sólo una excusa, triste y miserable, del imperialismo desbordado, de un imperialismo decadente que se resiste a morir, que insiste en el dominio global en medio de su crisis existencial, sin darse cuenta de que ha llegado el fin de su historia abominable.

La humanidad ha debido levantarse con la furia de un huracán, protestar en los espacios públicos del mundo exigiendo que termine la extinción del pueblo palestino.

Los intelectuales, escritores, poetas, novelistas, políticos y periodistas, no pueden quedarse de brazos cruzados ante la barbarie.
Gritar: ¡No al holocausto!
¡No a la extinción de un pueblo, de su cultura, y de su historia!