No deja de extrañar que en medio de la ola de violencia que arropa a Haití, el primer ministro, Alix Didier Fils-Aime, llame a crear las condiciones para un referéndum que permita reformar la Constitución y celebrar elecciones libres, inclusivas y creíbles.
La unidad que proclama se entiende que debe ser para combatir a las pandillas que, a base de terror, hoy controlan la mayor parte del territorio. Si en Haití no se realizan comicios desde hace una década, como ha afirmado, es por la violencia y la inseguridad que han dado al traste con la gobernabilidad.
En la misma ceremonia en que proclamó la unidad para celebrar elecciones ocurrieron enfrentamientos entre policías y manifestantes.
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Como preocupación suena bien la proclama de que se impone superar diferencias, dejar de lado intereses y trabajar juntos para proteger el país, organizar un referéndum constitucional y celebrar elecciones.
Pero la realidad lo que impone es combatir a las pandillas, que no van a deponer espontáneamente las armas, para restaurar la paz y la seguridad que necesita la atribulada nación. Tal parece que Fils-Aime tiene sus diferencias con el Consejo Presidencial de Transición.