SANTIAGO.- Si el parque vehicular (incluyendo los motores) no se regula en el país, dentro de 20 años en las grandes ciudades resultaría difícil transitar, inclusive a pies, producto del desorden y la multiplicación de automóviles que prevalecerían en esos lugares.
El criterio es sostenido por el arquitecto Edwin De Moya, experto en planificación urbana y gestión, quien considera que la panacea a ese problema podría ser la formación de consejos municipales de tránsito y transporte, en las principales demarcaciones del país, siempre que en los mismos accionen las diferentes instituciones que inciden en el problema.
Recientemente, en esta ciudad se dejó constituido un organismo de esa naturaleza, encabezado por el síndico José Enrique Sued y completado con figuras como monseñor Ramón Benito de la Rosa y Carpio, los líderes empresariales Carlos Fondeur y Oliverio Espaillat.
Las federaciones de transporte, muchas veces acusadas de ser la principal causa del desorden vehicular que trastorna la cotidianidad en las ciudades, también deben ser parte de esos consejos municipales porque, de acuerdo al criterio del arquitecto De Moya, si son parte del problema, también deben ser de las soluciones.
El especialista en asuntos de planificación urbana y gestión echó manos a las estadísticas oficiales de que se disponen, que datan del 2008, las que, proyectándolas hacia el 2030, muestran un panorama tétrico en lo que respecta a lo que podría ser entonces la realidad de Santiago a nivel vehicular y sus consecuentes problemas adicionales, fundamentalmente en lo que respecta a la pérdida de vidas y daños a las propiedades.
Se estima que en la actualidad circulan en Santiago 75 mil vehículos, incluyendo motocicletas, cantidad que podría incrementarse dentro de 20 años a 168 mil. De Moya considera que si se llega a esos niveles, para entonces tendremos daños y pérdidas en la ciudad por los 800 millones de pesos al año.
Cifras negativas concomitantemente se registrarían en lo que respecta a muertes por accidentes automovilísticos, ya que en el 2008 oficialmente en esta ciudad se produjeron 50, pero que en el 2030 se elevarían a 350 por año.
Tenemos el índice de muertes accidentales por cada 100 mil habitantes más alto de América Latina, pues en Santiago es de un 30.4 por ciento, mientras que en el resto del área es de 16.8, explica De Moya.
Algunos estiman que una solución sería la ampliación de las actuales avenidas y la construcción de otras, pero De Moya considera que eso agravaría el problema porque mientras más vehículos puedan estar en movimiento, más nos motivaremos a tener ese medio de transporte y entonces dispararíamos el índice de motorización.
El profesional de la arquitectura también analizó los problemas que regularmente generan los tapones en el tránsito, atribuyéndolos a la falta de una adecuada planificación urbana, estimando que históricamente ese asunto se ha visto como un asunto propiciado por los sindicatos y federaciones que agrupan a los choferes.
Tomando en cuenta esa realidad, el arquitecto De Moya es de opinión que ellos tienen que ser incluidos en los consejos municipales de tránsito y transporte para que, juntos con los ayuntamientos y el gobierno central (a través de sus diferentes instituciones relacionadas con la materia) tengan la oportunidad de plantear soluciones.
En las mesas de análisis del problema del tránsito también deben estar representados el Codia, los actores políticos (como los regidores) las cámaras de comercio, empresarios del transporte, la Amet, la Gobernación Provincial y figuras religiosas de alto relieve, considera De Moya, como forma más expedita de lograr los objetivos trazados en el menor tiempo posible.

