El estrés generado por la incertidumbre de cómo será el mundo mañana, después del confinamiento y la pandemia, se ha vuelto un factor predominante en nuestro día a día.
Y esta angustia también está presente en las personas que padecen del denominado Trastorno Afectivo Bipolar, definida por profesionales de la conducta como una enfermedad que ocasiona cambios abruptos en el estado de ánimo. Estos cambios anímicos pueden ir desde la excitación y la euforia (manía) hasta la depresión y la desesperanza.
En estos casos “el tiempo a solas es vital, permitiendo una pausa para relajarnos, el auto-descubrimiento y la reinvención en nosotros mismos. Sin embargo, todo en exceso hace daño y puede pasar que las personas se sientan presas dentro de sus propias cabezas, un lugar especialmente peligroso para los que padecen de esta condición mental”, explica Lucy Peña, experta en el tema del Trastorno Afectivo Bipolar y presidenta de la fundación de este tipo de trastornos, llamada Fundotab.
La cabeza tiende a hacer trampas –abunda- trampas como sucumbir a la ansiedad, el pesimismo, la melancolía y dejarse atrapar por la depresión, o por la euforia intoxicante que promete la manía, la cual pudiera causar que de manera impulsiva se rompiera el confinamiento, comprometiendo la salud.
Cuándo pedir ayuda
Peña dice que es entendible que quienes padecen este trastorno sientan la sofocante presión de otras personas en sus hombros, y que elijan quedarse en cama a pasar tiempo con sus familiares. Pero no pueden permitir que tendencias auto-destructivas gobiernen sus vidas.
“Entonces surge la pregunta ¿Cuánto tiempo a solas es beneficioso para la salud mental? Estamos en un momento crítico, en el cual debemos aprender a discernir cuando el aislamiento se vuelve dañino, y cuando se aproxima el momento en el cual debemos pedir ayuda a nuestros familiares y/o profesionales de salud mental”, concluyó.
Lucy Peña