Más allá de la corrupción policial ( I)
Cada cierto tiempo estalla un escándalo de corrupción en una que otra institución del Estado dominicano, en esta ocasión toca de nuevo a la Policía Nacional, un hecho deshonroso que pone de manifiesto que los organismos de control dentro de la policía no funcionan, son ineficaces o posibles cómplices, pero de igual forma fuera de ella los controles del Estado tampoco funcionan.
La vergonzosa secuela de actos de corrupción, de complicidad con el crimen y de indisciplina o mala conducta están a la orden del día, no solo en nuestra institución policial sino en todos los organismos de seguridad del Estado y demás instituciones. La corrupción y el crimen organizado han contaminado todo el estado. En todos los estamentos hay involucrados: funcionarios políticos, judiciales, fiscales, militares, policías y alguaciles; de igual forma sucede en las más prestigiosas empresas (aquí se incluye medios y comunicadores) o instituciones internacionales incluyendo hasta las iglesias y ONG. La corrupción en la administración pública como en las empresas e instituciones privadas son un entramado criminal, pero lo peor de todo esto, es que la misma sociedad en su conjunto, forma parte de este círculo vicioso del mal. La corrupción ha hecho metástasis en todo el cuerpo de la nación.
Sabemos que el panorama de la corrupción y la impunidad garantizada desde el mismo estado y sus instituciones para gente abiertamente intocable, cierne un manto de incertidumbre sobre los ciudadanos, además de entorpecer el desarrollo y el mejoramiento de la calidad de vida de todos los dominicanos, en una sociedad cada día más desigual.
“El Presidente de la República Dominicana dirige la política interior y exterior; la administración civil y militar; y es la autoridad suprema de las Fuerzas Armadas, la Policía Nacional y demás cuerpos de seguridad”, Art. 128, Constitución Dominicana. El Presidente tiene la solución en las manos para proceder y casarse con la gloria, cumpliendo su responsabilidad, ejecutando las medidas de saneamiento de la administración pública, que incluye la policía y el DICAN. Cárcel para los corruptos. Si no lo ha hecho en su tercer año de gobierno, es por una razón muy sencilla, no le interesa resolverlo.
El presidente Danilo Medina está a tiempo, nunca es tarde para hacer lo correcto, que comience adecentar el Estado. Medidas a tomar urgentes y estrictas: Que inicie depurando la plantilla del cuerpo policial completo (oficiales generales, superiores, subalternos y alistados), con ayuda de organismos externos a la Policía y de los demás organismos de seguridad. Recomiendo contratar una firma privada para tales fines. Se debe fiscalizar el uso de los recursos materiales y económicos. Clasificar, distribuir por especialidad profesional los recursos humanos, haciendo carrera en sus áreas. Evaluación y seguimiento del desempeño laboral. Mejoría de sueldos acorde a la canasta familiar, 650 dólares, para igualar la media de salario de América Latina. Dignificar la seguridad social, con todos los beneficios y dar un trato humano con límites de ocho horas de servicios, sin discriminación. Para el extinto Joaquín Balaguer justificar “que la corrupción se detenía en la puerta de sus despacho”, tenía que destituir a todo aquel funcionario que se involucrara en el más mínimo escándalo.