La insistencia del presidente Danilo Medina a todos los funcionarios de su Gobierno para que desde sus funciones se manejan con estricta pulcritud y honestidad es una señal clara de tres cosas fundamentales que probablemente no quiere que le sucedan.
Primero: El jefe Estado no desea que su figura presidencial durante la actual gestión gubernamental pueda ser interpelada ante las barras del Senado por algún señalamiento público de corrupción o de otra índole cometido por algunos de sus colaboradores.

Segundo: El presidente Danilo Medina no querrá ser sorprendido en pleno ejercicio de poder por algún escándalo de corrupción evidente y comprobable que lo conduzcan a tomar la ensombrecida y absurda decisión del suicidio.

Y Tercero: El excelentísimo señor presidente de la República reniega a que luego de que concluya su mandato presidencial sea acosado, asediado hasta el derribo, llevándolo hasta la cárcel.

No hay dudas que Danilo está cuidando su imagen

Al explicar esas razones muchos pensaran que estoy exagerando, pero no, en nuestra historia contemporánea hay episodios de triste recordación que marcaron partidos políticos y familias completas. En ese sentido, recordamos en esta media isla los terribles casos de los presidentes don Antonio Guzmán Fernández y Salvador Jorge Blanco en los períodos (1978-1982) y (1982-1986).

Entonces, partiendo de esa realidad sería comprensible la insistencia del presidente Danilo Medina para que todo funcionario de su gobierno asuma de manera completa la advertencia.

Ojalá que los funcionarios que están al frente de la conducción del Estado escuchen este alarido reiterado del presidente Medina de que se concentren en gobernar con transparencia, honestidad, desprovistos de ambiciones desmedidas, corruptelas y apetencias depredadoras.