El escritor es la conciencia, el espejo y la luz que guía los pasos de su sociedad. No sé si lo habré leído por ahí, si es una idea reciclada, si se me ocurrió al momento de escribir esta columna. Lo que sí veo claro es que el rol del escritor se adelanta cuando se tiene dominio de la perspectiva social, del instrumental teórico y de la armazón filosófica imprescindible, a su realidad.
Acabo de leer Angustias posmodernas, identidad y poder en la era digital , que en principio es la compilación de los artículos de la columna Carpe Diem, publicadas en el periódico matutino gratuito El Día (José Monegro y colaboradores), entre 2014 y 2018, y venga a ver usted como este pensador social, este creador del concepto existencial, (además de poeta) nos impregna con respuestas a preguntas que nadie le había hecho y a planteamientos que parecen ser realizados ahora, en el momento, a partir de circunstancias que aún se airean o manchan el ambiente de los medios, pese a que algunos de estos trabajos tienen un promedio de entre diez y ocho años de publicados.
Mármol (Premio Nacional de Literatura 2013) expresa la densidad de un pensamiento en el cual se analizan, antes de haber acontecido, hechos de la actualidad y lo hace con un sentido tanto premonitorio como respetuoso, al tiempo de ser firme y esclarecedor. Parece que el autor se adelanta a un proceso de deterioro del clima social desde la óptica de la comunicación digital.
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Impresionante el tono firme, medido y drástico con que refiere Mármol, el poeta dominicano más publicado actualmente por editoriales internacionales, (excepción hecha de Juan Bosch, Pedro Mir y Manuel del Cabral). Imagine que le preguntamos al escritor ¿Cuál es su parecer en torno al deterioro de la calidad de la comunicación por la vía de las redes sociales y lo digital? Esta es la respuesta que ofrecen sus textos en este libro:
“El auge del medio digital ha generado el ruido, la grave tormenta de la información degradada en desinformación, de la noticia convertida en falsedad o posverdad, de los poderes democráticos transformados en seudo poderes de la prodemocracia y de las batallas identitarias reducidas a la lucha por el reconocimiento de grupos minoritarios atrapados en la desnaturalización de la sexualidad, del egocentrismo y el género…”