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Juan Bolívar: ¡Viva el odio!

Juan Bolívar: ¡Viva el odio!

Chiqui Vicioso

A ustedes les sorprenderá este título, porque siempre propago el único mandamiento divino donde todos se resumen: Ama al prójimo (y prójima) como a ti mismo/a.

Si ese mandamiento se cumpliera no habría guerras, pobreza, armas nucleares, Bolsonaros, Trumps, Hamas ni Netanyahus; ni bandas ni Maras. Si se cumpliera, no habría un 22 por ciento de niños y niñas dominicanos con malnutrición aguda, en la media isla con el más alto crecimiento económico de la región; donde en la República Independiente de La Romana los megarricos no saben qué hacer con el dinero.

Si ese mandamiento se cumpliera, en Haití la oligarquía no vería a su pueblo como reses para el trabajo vil, como masas de ahogados escapando por todas partes; y hace tiempo que Biden, declarado Católico, le hubiera removido a Cuba un bloqueo, con que USA decidió matar a un pueblo de hambre, en abierta violación a los dictados de La Haya, porque no concuerda con su gobierno.

Empero, la gente olvida que el odio, como el amor, es una pasión, y la pasión mantiene viva a las personas, y lo que es más penoso, las insta permanentemente a competir en todos los planos.
En el caso de las mujeres de mi generación, las conduce al salón de belleza, al cirujano plástico, a la búsqueda de hegemonía familiar, cultural, aunque solos sean compulsiones efímeras que no perdurarán en el tiempo.

Las observo, entre estupefacta y divertida, pero también con pena. ¡Que inmensa vocación para el ridículo! ¡Que torpeza estructural!, que los y las demás luego convierten en temas de conversación, que comparten en susurros: “Pero esa doña no entiende que su ex se casó hace 40 años con otra y que la única responsable fue ella con sus devaneos con un ministro evangélico que la dejó sin pito y sin flauta”…, “pero…”ad infinitum.

Es la dinámica paralela de las fiestas, donde todo el mundo habla del prójimo, o la prójima, porque sencillamente no tienen nada que hacer, como nada tienen que hacer quienes se han apresurado a atacar a Juan Bolívar Díaz, la más alta presea en la Cancillería Dominicana de este gobierno, simplemente porque en un comentario sobre las relaciones con Haití dijo que no las manejáramos con odio, porque son nuestro mercado bilateral más importante, y porque son quienes en nuestro país manejan la agricultura, y la construcción, entre otros sectores y no podemos darnos el lujo de arruinar esa relación.

De inmediato, los sin oficio de los medios de comunicación y del Congreso comenzaron a opinar, tratando de tapar el sol con un dedo…y la envidia, eterna fuente de desaciertos y abusos, a desatarse, y nosotros a reírnos.