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La constancia de Abinader

La constancia de Abinader

Orlando Jorge Villegas

Cuando un liderazgo insiste con propósito, el mundo termina escuchando. El Consejo de Seguridad de la ONU aprobó una nueva misión internacional para enfrentar a las pandillas en Haití, transformando y ampliando el esquema previo con mandato claro para “suprimir” y detener a cabecillas de pandillas, proteger infraestructura crítica y apoyar el restablecimiento del orden. Doce votos a favor y abstenciones de Rusia, China y Pakistán sellaron una decisión histórica que reconoce la gravedad de la crisis haitiana y la necesidad de una respuesta más robusta.

Este desenlace no ocurre en el vacío. El presidente Luis Abinader ha sido consistente en exigir una solución internacional al desafío haitiano. En su discurso del 24 de septiembre ante la Asamblea General, insistió una vez más en reforzar la respuesta internacional, advirtiendo del impacto directo en la seguridad dominicana. No fue un gesto de coyuntura: fue la continuidad y la constancia de empujar al sistema multilateral a actuar con responsabilidad ante la crisis haitiana.

Hoy, esa constancia rinde frutos.
Cabe destacar que, dentro de esas gestiones, Abinader buscó activamente el apoyo de los miembros permanentes, incluyendo contactos y comunicaciones orientadas a Rusia y China para subrayar la urgencia de aprobar una misión de paz y anti-pandillas más efectiva. La diplomacia es, muchas veces, un trabajo silencioso: tender puentes, persuadir y construir consensos donde hay escepticismo.

La nueva fuerza —que sustituye el despliegue keniano previo y corrige sus limitaciones— tiene un mandato inicial de doce meses y la misión de recuperar espacios capturados por las bandas que hoy controlan gran parte de Puerto Príncipe y han desplazado a más de un millón de personas.

No se trata solo de un cambio de nombre: es un salto de escala, capacidades y reglas de enfrentamiento que, si se implementa con seriedad, puede abrir el camino a elecciones y a un mínimo de gobernabilidad en el vecino país. Para la República Dominicana, significa una contención más firme del desbordamiento de violencia y una contribución tangible a nuestra seguridad nacional.

Habrá retos: financiación suficiente, logística, coordinación con la policía haitiana y rendición de cuentas para evitar errores del pasado. Pero la señal es inequívoca: la comunidad internacional se movió. Y detrás de ese movimiento hay una voz que nunca se cansó de repetir lo esencial: Haití necesita una solución internacional. Parecía una voz en el desierto; hoy, la constancia le otorgó el resultado.

Este es otro logro de la gestión del presidente Abinader en procura de la gobernabilidad en Haití y del fortalecimiento de la seguridad dominicana.

Por: Orlando Jorge Villegas

ojorge@jvmediagroup.com

El Nacional

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