La ocasión de un terremoto no se libera del anecdotario que emerge a partir de los sacudimientos que aporta la Naturaleza.
En principio, pocos perciben que se trata de un temblor de tierra y cada quien cree que alguien lo empuja por la espalda o que le mueve la mesa o la silla en que está sentado.
Como era de esperarse, se saturaron en las primeras horas de la noche las líneas telefónicas dirigidas a los programas radiales, incluida una red social que mantuvo la comunicación con los oyentes.
Cuando el ingeniero Osiris de León llamó para comentar sobre el temblor y corrigió su intensidad en 7.0 grados, se oyó una voz que preguntó ¿bajo la intensidad?.
Entonces, de León le precisó que no se trataba de eso, sino la corrección de datos del Instituto Oceanográfico de Estados Unidos.
Sólo los ciclones pueden disminuir la intensidad de sus fuerzas.
En ocasiones, las réplicas hacen tanto o más daño visible que el temblor inicial en razón de que las estructuras quedan muy debilitadas y no resisten el sacudimiento.
El terremoto sólo sabe ocurrir y replicarse a sí mismo con movimientos proporcionales a la fuerza inicial, nunca más intensos.
Cuando alguien llamó a uno de los muchos programas radiales interactivos y le dijeron que el terremoto era superficial, alguien preguntó:
¿Superficial? ¿De siete grados?
En el caso de los temblores superficiales éstos resultan más destructivos porque el término está relacionado con la intensidad que del epicentro cerca de la superficie del suelo, no por la fuerza misma que éste genera.
Hubo gente atrapada en ascensores que creyeron estar en presencia de un fallo del ascensor, especialmente en El Huacalito, de Santiago. Cuando lograron salir vieron a una multitud en las calles.
Una dama que entró en pánico próximo a la fortaleza San Luis sólo acertó a pedir: Huyamos de aquí y alguien le preguntó ¿a donde no esté temblando?
Carlos Díaz, en Tamboril, donde el suelo se ha estado hundiendo, experimentó un gran derrumbe tras ocurrir el temblor del martes.
Hay ahí una enorme cantidad de haitianos viviendo en las mismas condiciones de peligro que los dominicanos sacados por razones de seguridad en los últimos años.
Lo mismo, se reporta, ocurrió en la cumbre de Juan Veras, próximo a Gurabo, donde hubo derrumbe de tierra y áreas colapsadas, mientras se mantienen los temblores leves.
Hay gente que huye y después siente vergüenza e intenta explicar.
La que fuera carretera turística de Luperón, para la que no ha habido presupuesto en la obra de ingeniería que requiere y sí para fruslerías menores pero más costosas, probablemente quedará en la historia como la primeras vía colapsada sin remedio del país.
Es contradictorio que una de las edificaciones menos seguras sea el hospital regional de esta ciudad.
No menos riesgoso es el liceo más conocido:
El Ulises Francisco Espaillat, que, se reporta, tiene sus grietas producto del temblor de ayer.
No todo el mundo duerme tras un sacudimiento pero una muchacha declaró que iba a dormitar con un solo ojo.
La declaración de alerta roja de la Defensa Civil creó pánico en Puerto Plata.
Creyeron que el mar se retiraba pero nada ocurrió.
Sin embargo, en Nagua, área de mayor peligro, nadie al parecer, dijo nada ni se alarmó siquiera, pese al precedente de Tsunami que hay.
Alguien dijo en medio del pánico en un programa de audiencia masiva, sin pensar en lo que comentaba, que si aquí hay un temblor muy grande aquí no va a quedar nada

