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Los bancos de embriones están obligados a dar la información

Los bancos de embriones están obligados a dar la información

SANTIAGO.  Sin importar región, raza o color, los niños de cualquier parte del mundo tienen  derecho a conocer su identidad, es decir quiénes son sus verdaderos padres, y en especial los antecedentes de su nacimiento que en ocasiones dan respuestas al porqué de sus conductas. Ese derecho, por lo menos en este país, se encuentra estipulado en el Código del Menor.

«Todos los niños, niñas y adolescentes tienen el derecho a recibir, buscar y utilizar todo tipo de información que sea acorde con su desarrollo», dice  el articulo 27 del Código del Menor, Ley 136-03.

Sin embargo, este derecho les es violado a aquellos niños que son concebidos mediante la práctica de vientre de alquiler, quienes muchas veces desconocen su verdadera identidad al crecer en el vientre de una mujer que no es su progenitora.

Por lo menos así lo informaron magistrados y especialistas en bioética consultados.

Un vientre es de alquiler  cuando  una mujer lleva en su vientre un niño con su óvulo o el de otra y los espermatozoides del padre contractual, con la intención de entregarle el concebido a la pareja contratante una vez se produzca el nacimiento. También se le conoce como «La maternidad subrogada», y se ha convertido en un negocio rentable en muchos países.

Y por cierto, por lo menos aquí constituye una práctica que atenta contra algunos principios estipulados en el Código del Menor. Uno de estos, es el articulo 62 que establece que «la filiación materna se prueba para el simple hecho del nacimiento», o sea, que según la ley «madre es la persona de quien nace el niño, no la portadora del óvulo».

Y si es un acto legal o no, explícitamente la legislación dominicana no lo establece, sin embargo y por los principios estipulados en esta, la magistrada  Miguelina Ureña, jueza de la Tercera sala civil del Juzgado de primera instancia del distrito judicial de aquí, lo calificó como una práctica ilegal siempre que esta se realice por dinero puesto que según la magistrada  «la legislación civil dominicana instituye que todo acto mediante el que se comercializa con el cuerpo atenta contra la ley».

Sin embargo, lo más preocupante de esta situación, es que los más afectados por la práctica son aquellos que ni siquiera participan del negocio: los niños.

Francisco Espino, especialista en ginecobstetricia en la clínica unión médica de aquí dijo en base a su experiencia, que «lo más importante para lograr un embarazo exitoso es que la madre tenga la conciencia de que la criatura que lleva en su vientre, es producto de alguien a quien se ha unido porque le ama y en este sentido resaltó que esto es vital para la salud psicológica de la criatura.

Mientras que Mariela Nova, psicóloga infantil del colegio bilingüe New Horizons de aquí, especificó que «trabajo con niños de todas las edades y cuando alguno de estos presenta problemas de conducta, le hacemos  una historia clínica que inicia desde que la madre estuvo embarazada, porque las condiciones en que se desarrolló el embarazo influyen significativamente en el crecimiento psicológico del niño”.

Asimismo indicó que «si la criatura fuera producto de la práctica de vientre de alquiler, sería más difícil o casi imposible dar respuesta al proceder del menor».

Nova especificó que la práctica representa un grave peligro en contra del sano crecimiento de los infantes pues  «una persona que lleva en su vientre un niño por un negocio, no le dará el amor que requiere esa criatura en esa etapa… no hay sentido de pertenencia de la mujer con la criatura que crece dentro de ella, si quien alquila su vientre lo hace por dinero».

Y aunque los casos de vientre de alquiler parecen pertenecer a otros países,  República Dominicana, no está exenta de esta realidad.

Julio (nombre ficticio) es el nombre del niño que creció en tierras dominicanas desde el vientre de María, la persona que decidió alquilar su vientre, pero en este caso, María entra dentro de lo que se  conoce en esta práctica como maternidad subrogada altruista, puesto que «lo hice como un acto de humanidad para ayudar a mi hermana, que no podía tener hijos» contó.

María especificó que de no haberse tratado de su sobrino, «no lo hubiera hecho», asimismo dijo que «en mi caso, es diferente porque amaba al niño como si fuera mi hijo … eso no ocurre con las mujeres que tienen el signo de peso en sus vientres».

Manifestó su  desacuerdo con las mujeres que lo realizan como un negocio y en este sentido indicó que esta práctica cuando se realiza por dinero, puede crear problemas graves en la personalidad de los niños.

El Nacional

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