Semana

Los poetas de Abril

Los poetas  de Abril

Oda gris por el soldado

invasor

 

( René Del Risco y Bermúdez)

 

Venido de la noche,

quizás de 10 más negro de la noche,

un hombre con pupilas de piedra calcinada

anda por las orillas de la noche…

De oscuro plomo el pie y hasta los besos

viene del vientre lóbrego de un águila

que parirá gusanos y esqueletos

para llenar su mar, su territorio …

y aquí está, saltando por las sombras,

por detrás de alambradas y del miedo,

recorriendo caminos enlodados

con palabras de sangre para todos…

Este hombre venido por el luto

con pólvora y martirio para todos..

No es uno solamente para el llanto,

son miles para el fuego y las tinieblas,

son miles repartiendo los sollozos,

marchando a la ceniza y los lamentos…

No es uno solamente, pero todos,

venidos de la sombra más enferma…

Este hombre destruye con sus botas

la rosa y la sonrisa de los niños,

se traga nuestra luz con su saliva,

destroza las raíces y los frutos

y esparce las espinas para hacernos

sangrar hasta los pies de dulce carne…

Hay un hombre venido de la noche

con. fusil y puñales y tormentos,

con ojos de lagarto y llamaradas,

con humo y explosiones y con miedo…

Hay un hombre vestido de soldado

venido ciertamente de la sombra…

y este hombre vestido para el crimen

no sabe que la sangre se endurece,

no piensa que el amor y las banderas

resisten más allá de las batallas,

no entiende que su pólvora y su plomo

servirán para el canto de otros hombres…

No comprende este hombre sin mirada

que la mano, matando, se le quema,

que, sobre la tragedia, la alborada

borrará su agria carne, su estatura

de animal entrenado para el fuego

y el musgo nacerá sobre su muerte…

 

Canto a Santo

Domingo Vertical

 

(Abelardo Vicioso)

 

Ciudad que ha sido armada para ganar la gloria,

Santo Domingo, digna fortaleza del alba,

hoy moran en mi alma todas las alegrías

al presenciar tus calles conmovidas y claras,

el rostro erguido y bronca la voz de tu trinchera:

¡Yanqui, vuelve a tu casa!

 

Sé que para engullirte como sardina rondan

treinta y seis tiburones en tu ardiente ensenada,

celosos de los hombres que construyen la’ vida

y nunca se arrodillan en sus grandes batallas.

y tú estarás de pie, diciendo al enemigo:

¡Yanqui, vuelve a tu casa!

 

El cinturón de fuego que tu vientre comprime

puede volver cenizas la vastedad de! mapa.

Pero quiero decirte, guardiana de mis sueños,

que todos sus infiernos y sus hambres se apagan

en e! océano inmenso de los pueblos que gritan:

¡Yanqui, vuelve a tu casa!

 

Quiero que sepas hoy que te amo más que nunca,

corazón de la vida que prefiere la Patria.

Que a todos los amores sembrados en el mundo

quito una flor y es poco para cantar tu hazaña.

 

Nunca te había visto tan hermosa diciendo:

¡Yanqui, vuelve a tu casa!

Tú estarás para siempre dibujada en mi pecho

de marinero en ruta tras la estrella del alba.

Tu voz será la música de mis noches de fiesta.

y cuando en algún sitio la luna este apagada,

desplegando mis velas repetiré contigo:

¡Yanqui, vuelve a tu casa!

 

¡Vuelve a tu casa, yanqui! Santo Domingo tiene

más ganas de morirse que de verse a tus plantas.

y si violas sus calles combatientes y puras

la tendrá en cenizas, pero nunca entregada.

En medio del silencio de la ciudad hundida

gritarán los escombros: ¡Yanqui, vuelve a tu casa!

El Nacional

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