Opinión Articulistas

Luego de Melissa

Luego de Melissa

Carlos Manuel Estrella

 Las actividades cotidianas de la pobla­ción dominicana, en casi todos los ámbi­tos, fueron alteradas de manera significa­tiva durante más de una semana a conse­cuencia de la tormenta tropical Melissa que, luego de alejarse de la isla La Hispa­niola, se convirtió en huracán y sigue su curso por la región del Caribe.

Este fenómeno atmosférico colocó a prueba, de nuevo, a las autoridades con el presidente de la República a la cabeza y los organismos de socorro como el Centro de Operaciones de Emergencia, Defensa Civil y Cruz Roja, ante los posibles efectos cli­máticos negativos y las acciones de preven­ción y mitigación.

El balance es, a todas luces, positivo para el gobierno central, y también con mérito para administraciones locales, porque el daño hu­mano ha sido mínimo y las acciones de pre­vención y orientación al pueblo sur-tieron efecto y evitaron que en lugares vulnerables se pusieran en riesgo vida y propiedades.

Al comparar con otros momentos simila­res, el paso por la región caribeña de Me­lissa permitió activar los protocolos apren­didos en dolorosas lecciones anteriores, co­mo por ejemplo, con el manejo del nivel de los embalses de las presas ante el peligro de desagües excesivos que inunden comu­nidades.

La oportuna y veraz información públi­ca sobre el fenómeno, trayectoria, po­tencial e incidencia climática, sirvió para fundamentar las alertas coloreadas que ya la gente comienza a entender con el lenguaje de las luces del semáforo y que permitieron que en cada provincia se co­nociese el riesgo de daño.

El liderazgo del presidente Luis Abinader es digno de resaltar porque se convirtió en vocero diario de las directrices claves para encarar la situación y quizás hubo un exceso de celo al prolongar, o hacer nacional, disposiciones que pudieron ser regionales o provinciales, pero de to­das for-mas “es mejor precaver que tener que lamentar” y, por otra parte, la lluvia es bendita y “paga sus daños”.