A propósito de la lucha que lleva a cabo FAPROUASD por mejora en las condiciones académicas y un aumento del 40% al salario de los docentes de la Universidad Autónoma De Santo Domingo (UASD) se han escuchado voces desde el gobierno y muchos periodistas, criticando a los catedráticos de la academia del Estado.
Se pretende dibujar esta lucha reivindicativa como irracional. En ese sentido se argumenta que los docentes de la UASD somos desconsiderados en nuestros reclamos, entre otras cosas, puesto que somos los maestros mejor pagados dentro del sistema de la educación superior de nuestro país. Hay quienes nos consideran «privilegiados».
Comparto este criterio y explicare porque. En mi carrera docente trabajé 13 años en tres universidades privadas del país. Mi experiencia a través de esos años es que esos centros de estudios no pagan al docente, mas bien, «les dan algo» y se lo dan al final de cada trimestre. No obstante lo caro que cobran cada servicio y el subsidio que reciben del Estado.
El docente de esos centros no disfruta de un seguro de salud o de riesgo laboral, ni de planes de pensiones, mucho menos de bonificaciones y regalía de fin de año. Lo que sí pude ver es que la fortuna de los propietarios de esas universidades creció exponencialmente a velocidad meteórica.
Siendo esta la realidad me siento privilegiado. En más de 12 años de labores en la universidad estatal he recibido los pagos mes tras mes sin falla. Claro en condición de jornalero, en tanto que: hora que no imparto, hora que no cobro, aunque la reponga.
En la UASD tengo un contrato de trabajo, seguro médico, plan de pensiones, además de vacaciones pagas. Se me olvidaba decir que también me pagan viáticos por viajar a impartir docencia a los centros del interior.
Pienso que endosarnos tantos privilegios en un país con tanta pobreza nos hace egoístas; crueles e inhumanos. Por tanto aprovecho la ocasión para hacerle un llamado al personal docente de la UASD a que renunciemos a estos privilegios, poniendo en manos del superior gobierno nuestros cargos de catedráticos.
Propongo esta medida a condición de que las posiciones que dejemos vacantes sean llenadas por los funcionarios públicos: ministros, viceministros, diplomáticos, legisladores, alcaldes, regidores y a esos laboriosos hombres y mujeres de la pluma y el micrófono, que con tanta vehemencia defienden el presupuesto nacional del instinto voraz de los uasdianos.
De mi parte me sentiría honrado cediéndole el privilegio al ministro de Hacienda de impartir Química Macromolecular a 75 estudiantes en el aula 202 del recinto AB de nuestra casa de altos estudios.
Sería un gesto de despojo sin precedente darle la oportunidad al director de Aduanas de impartir Física Cuántica en el aula 005, del recinto RN a la 1:00 de la tarde, ante 60 estudiantes. Más decoroso podría ser ver al director del INDRHI explicando ante 80 estudiantes la ecuación de Kostiakov, en el aula 206 del recinto CM, a las 3:00 de la tarde.
Pero antes, y para que el plan no falle, los invito hacer lo mismo que hice yo para llegar aquí. Váyanse a la URSS a estudiar Ingeniería Agro-Química por seis años, luego tómense dos años más y háganse una maestría en Edafología.
La carrera con todo y maestría sólo les costará 150 mil dólares (a mi me lo cubrió el Estado Soviético). Luego, para no tener que someterse a los rigores de los concursos, inscríbanse en una universidad de E.U a estudiar un doctorado (PHD) en Química de Polímeros, este sólo les saldrá por 37 mil dólares.
Estos sencillos pasos los conducirán a un espacio de opulencia por el resto de sus vidas. En la UASD sólo trabajarán 82 horas a la semana, harán turismo interno, pues viajarán 3 veces por semana a impartir docencia a los centros del interior.
Como si todo esto fuera poco cobrarán un sueldaso de 97 mil pesos, cuando alcancen la categoría de profesores adjuntos. De esos sólo le descontarán 12 mil del Impuesto Sobre la Renta, 2,500 del seguro de vejez, 3 mil de seguro de salud, de préstamos 45 mil, etc.
En fin, si incluimos otros descuentos cobrarán 32 mil pesos limpios para pagar vivienda, energía, combustibles, pagar colegio y transporte, comprar libros y uniformes, pagar internet, cable, agua, basura, medicamentos. En vista de que esta suma no alcanza para comer les aseguro que el papel sanitario les sobrará. Funcionarios y periodistas: esa es la opulencia que disfrutarán!!
Distinguidos maestros, los invito a emular el ejemplo de Saulo.
Dejemos de lado tantos privilegios mundanos, cedámoslo a los hombres y mujeres, que desde el Estado, y por tanto tiempo les sirven a la patria desinteresadamente.
Dediquémonos al sacerdocio de la política, quizás mañana Dios y la patria nos los tomen cuenta. Recuerden que en el reino de Dios «los últimos serán los primeros y más fácil pasará un camello por el ojo de una aguja que un rico entrar al reino de los cielos».