La indignación generada por el apagón del fin de semana en el Cibao debe servir de experiencia a las autoridades sobre la necesidad de una efectiva política de comunicación.

Sin más ni más se decidió interrumpir el servicio para hacer unas conexiones en la subestación de Bonao para garantizar estabilidad en el suministro de energía.

La causa es más que buena, pero como no se comunicó a la población la suspensión del servicio surgieron los problemas, que se tornaron más irritantes por la fuerte ola de calor de estos días. La explicación vino después de la protesta, que algunos sectores no desaprovecharon para capitalizarla.

De Edenorte y la Empresa de Transmisión de Electricidad (ETED) haber dado cuenta de la desconexión para hacer los trabajos, las protestas no hubieran adquirido el tono incendiario que las caracterizaron. La gente, que por demás sufre otros problemas, se desahogó con toda suerte de comentarios.

Tras la crisis tiene que evitarse un apagón siquiera por unos segundos. El Gobierno tendrá que entender la necesidad de informar las decisiones que pueden airar a la población para evitar conflictos.