El director del film Mario Casas posa durante la presentación de su nueva película “Mi soledad tiene alas” en Madrid, este miércoles. EFE/Zipi
Madrid.- De ídolo adolescente a actor consagrado con un Goya por “No matarás” (2020), Mario Casas pega ahora un nuevo giro de timón debutando como director de “Mi soledad tiene alas”, una historia que habla de jóvenes de barrios deprimidos y con escasas oportunidades que luchan por salir adelante.
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“Soy una persona que lucha por sus sueños, por ser mejor cada día y por el respeto hacia esta profesión”, ha dicho a EFE el actor, director y coguionista del filme, protagonizado por su hermano Óscar y la debutante Candela González y que llega a los cines el próximo viernes.
Todo empezó durante el confinamiento por la covid-19, cuando se puso a escribir el guion junto a la actriz francesa Deborah François. Pero en realidad llevaba casi una década entrenando su mirada y aprendiendo en sus rodajes junto a directores como Alberto Rodríguez, Paco Cabezas, Álex de la Iglesia o Kike Maíllo.
“Cuando llegaba a un rodaje tenía un ojo puesto ahí, siempre he intentado tener una relación más estrecha con los directores, saber más del proyecto y no solo del personaje, siempre me ha interesado mucho”, asegura.
“Pero también hay algo inconsciente -añade-; ahora pienso en estos tres años y medio, miro atrás y casi ni sé cómo ha sucedido; hay algo de destino, de que tenía que contar esta historia y además trabajar con mi hermano Óscar”.
Historia sobre un joven grafitero y sus amigos
La historia gira en torno a un joven grafitero llamado Dan y sus amigos en un barrio humilde de la periferia de Barcelona. Se dedican a los atracos para subsistir pero cuando algo sale mal, Dan y Vio (Candela González) se ven obligados a huir a Madrid.
Casas, nacido en A Coruña, creció en un barrio de Barcelona (Bellvitge) muy similar al que aparece en la película, dice haber “vivido el barrio”, y también hizo un viaje a Madrid como los protagonistas, en busca de un futuro, aunque en circunstancias muy diferentes.
“Hay algo ‘vintage’ en la película, es como yo veía el barrio en el 2000, la ropa de Óscar y Candela, el Adidas, también la música que suena tiene mucho que ver con el recuerdo de mi infancia en el barrio (…), la película arranca desde el realismo puro y yo quería sumergir al espectador ahí desde el primer momento”, explica.
Para Óscar Casas, que a sus 24 años lleva desde niño metido en la actuación, su hermano mayor sentía que aún no había tenido una verdadera oportunidad para demostrar su valía y quiso dársela él.
“Nunca había tenido la oportunidad de afrontar un proyecto desde el realismo puro, desde la verdad y nada más que la verdad”, confiesa el pequeño de los Casas, que admite que no llegó a creerse que podía hacerlo bien hasta casi la mitad de rodaje.
“Pero Mario lo tenía muy claro, lo que realmente me conectó con Dan es la sensibilidad, son los monstruos que yo y que cualquiera puede tener dentro; quería contarlo desde ahí, no tanto desde una idea de lo que es la gente de barrio, un macarra, no, la gente de barrio también son artistas y tienen monstruos y sueños”.
El caso de Candela González es aún más sorprendente ya que no tenía formación como actriz ni se había planteado serlo.
Licenciada en Comunicación Audiovisual, había trabajado en una productora y estaba pensando hacer un máster en producción y gestión de eventos cuando una conocida que estaba en el equipo de casting le propuso, vía correo electrónico, que se presentara.
“Al principio pensaba que era spam”, afirma González, que ignoró esos correos, hasta que se encontró a esa persona por la calle. “Me dijo ‘espabila porque es una gran oportunidad, es un proyecto muy bonito y buscamos a una nueva actriz’, pero yo lo veía como intrusismo laboral”.
Al final venció sus reticencias y ha resultado ser todo un descubrimiento. “Cuando te llama este mundo de la expresión artística, como es mi caso, aunque no fuese mediante la actuación, para mi fue como descubrir una nueva vía de escape y me desahogué, eso me sentó muy bien y tiré p’alante”.
La complicidad entre ambos no solo es evidente en pantalla sino que la ha traspasado, según cuentan. “Nos hicimos amigos en esos momentos, son vivencias tan potentes que, aunque estábamos dentro de Dani y Vio, no ves bien donde está la frontera”, dice la actriz.