El entonces presidente de Estados Unidos John Fitzgerald Kennedy dijo una vez: «estamos atados al océano». Una cita que resulta más real de lo que uno podría pensar porque cada uno de nosotros está inexorablemente ligado a los océanos.
Y es que además de que toda la vida en la Tierra se originó en sus profundidades, los océanos también son cruciales para nuestro futuro.
Recientemente la superficie del mar alcanzó un nuevo récord de temperatura en un proceso de calentamiento que los científicos reconocieron que no entienden muy bien. Los océanos cubren aproximadamente el 71% de nuestro planeta y son fundamentales en los procesos que nos mantienen vivos.
Así como las selvas tropicales son consideradas «los pulmones del planeta», los océanos son los que nos proporcionan entre el 50% y el 80% del oxígeno que respiramos. Además, a través de sus corrientes y de lo que se conoce como cinta transportadora oceánica, ayudan a regular el clima de la Tierra transportando el calor desde el ecuador hacia los polos.
Las playas arenosas van a disminuir por la erosión costera y las lluvias. Es posible que en un futuro desaparezcan países enteros como Palau o Vanuatu, así como muchas otras islas, alertó el representante de la Alianza para los Océanos Sostenibles.
Esto creará muchos refugiados climáticos y uno de los principales temas a debate es qué va a pasar con ellos, qué nacionalidad van a tener, si seguirán siendo una nación o serán absorbidos por otra.
La consecuencia de estos cambios es que las especies se ven obligadas a consumir su energía en estar en constante movimiento para buscar zonas más adecuadas a sus características y en respirar, por lo que ya no crecen como antes y producen menos huevos para repoblar.
Si las emisiones de gases contaminantes no se frenan, se espera que los océanos del mundo pierdan entre un 3% y un 4% de su oxígeno para el año 2100.
Y lo que es peor es que gran parte de la pérdida se producirá en los primeros 1.000 metros de profundidad del agua, la más rica en biodiversidad.