A veces el poder se pierde por un solo detalle. Es célebre el grito de Ricardo III, quien en la Batalla de Bosworth, al verse acosado por las tropas de Enrique Tudor, desde el suelo gritó: ‘’ A horse, a horse, my kingdom for a horse’’ ‘’Un caballo, un caballo, mi reino por un caballo’’.
En política la sinceridad es un ‘’pecado’’. Las circunstancias siempre serán de alta significación al momento de tomar decisiones. Los teóricos del poder no aconsejan la perversidad, pero son claros en que siempre habrá que simular y disimular y sobre todo, dejar en un recoveco del palacio presidencial los escrúpulos morales, cuando se trata de mantener el poder y salvar al Estado. ¿Qué fuerza tan poderosa obligó al presidente Luis Abinader a manifestar que no se iba a presentar como candidato en las elecciones del 2028? Teniendo el PRM una mayoría aplastante en el Congreso Nacional.
¿No era preferible que el presidente guardara silencio y transfiriera esa espada de Damocles a la oposición política?.
Indudablemente que Abinader cometió un exceso de sinceridad política al hacer público que se irá en el 2028 para no volver jamás. Ese es el detalle que ya le está saliendo caro, pues ha desatado una inocultable guerra a lo interno del Partido Revolucionario Moderno por la candidatura presidencial con miras al 2028.
Guido Gómez Mazara, Faride Raful, Carolina Mejía, Wellington Arnaud, Eduardo Sanz Lovatón, David Collado y uno que otro aspirante oculto, están buscando finos herradores para que sus caballos estén en buenas condiciones y no gritar:’’ Un Caballo, un caballo, mi candidatura presidencial por un caballo’’
El presidente Abinader necesitará mucha sagacidad política.
Su primer desafío será elevar el nivel de vida de los dominicanos. Hacer más eficiente la educación y enfrentar el tema haitiano con el carácter que amerita, entre otros de no menos importancia. Eso se logra con un partido unido y para eso, la lucha interna debe tener reglas claras.
Por: Ramón Rodríguez
centrodeidiomaswashington@g