SANTIAGO.- Sentado en un banquito de madera desde las nueve de la mañana hasta las siete de la noche, con zapatos por todos lados, cemento y sus instrumentos para remendar calzados, se encuentra Tono o más bien El zapatero de la Villa Olímpica, desde hace más de nueve años.
Se trata de un padre de familia que pegando zapatos, se gana los chelitos para sustentar su casa y que con el rentable negocio logró hacer profesional a sus siete hijo, que por cierto a la fecha ninguno es zapatero, y esto se lo deben a que su padre sí lo es, aunque suene a paradoja, pero es una realidad.
Y si bien es cierto que las grandes crisis son momentos para desarrollar el talento y salir adelante, Tono, lo confirma. Estaba desempleado, necesitaba dinero para sustentar a mi familia, un amigo me enseñó los conocimientos básicos que debe tener un zapatero y empecé con este negocio, con el que ya tengo nueve años, dijo, al tiempo de indicar que no se arrepiente de haber emprendido lo que calificó como un negocio rentable. Y es que su producción diaria oscila entre 300 a 500 pesos.
Tono califica lo que hace como un oficio, una profesión de la que extrae su sustento y el de su esposa, que es en la actualidad la única persona que depende directamente de él, porque mis hijos son todos profesionales y trabajan en distintas empresas.
También expresó que nunca ha pensado en dejar el negocio, aunque sus hijos sí le ayudan económicamente.
Con respecto a su clientela, un aproximado de diez a quince personas visitan diariamente la explanada para que Tono les remiende sus zapatos, algunos en buen estado y otros que le dan mucho trabajo la reparación.
Y aunque el precio que cobra por lo que hace es mínimo, no se queja de sus ingresos. Lo mínimo que cobramos aquí son diez pesos y lo máximo cien pesos.
El zapatero también informó que no trabaja solo, Vielo, es su ayudante desde que se inició en la reparación de zapatos de los moradores de la Villa Olímpica.
Y como si todo girara a su favor, el lugar les cayó como anillo al dedo, pues cada persona que transita por esta explanada es un posible cliente de Tono y Vielo, los zapateros que han hecho de un negocio, que para algunos parece ser poco ventajoso, su medio de sobrevivencia.
Los instrumentos que utiliza para arreglar los zapatos son la Begonia, cuya función es sostener los zapatos al momento de ponerles los clavos, según explicó Tono. También utiliza un martillo; la lena, que es factible para cocer los zapatos; cemento, suelas, pinzas, clavos, hilos, puntillas, tapitas, y otros.
Pocos saben
Sus clientes los conocen como Tono y Vielo, pero si alguno preguntase por Heladio Rosario o Rafael Núñez quizás pocos supieran que se están refiriendo a los zapateros de la Villa Olímpica.

