Opinión

Muro vergonzoso

Muro vergonzoso

Ha sido la “porosidad” de la frontera la causa fundamental del desorden migratorio que acusa el Estado dominicano respecto a la República de Haití? Si pretendemos ser honestos, habría que ofrecer una respuesta negativa a esta interrogante.

Las reales etiologías de ese caos en el ingreso y egreso de extranjeros a nuestro territorio hay que buscarlas en los nefastos intereses económicos que se escudan tras él; en el discurso dúplice que se presenta como defensor a ultranza de nuestra nacionalidad, pero que se aprovecha con descaro de una obra de mano barata y expoliada; en autoridades gubernamentales y empresariales que se obstinan en emplear esos trabajadores ilegales.

La única respuesta válida ante esa dramática realidad es una política migratoria realista y de auténtica conveniencia para nuestros intereses, aplicada con rigurosidad y sin irrespetar los derechos humanos de sus destinatarios.

Para bien o mal, como consecuencia natural de lo pésimo que durante años hemos manejado este tema, es innegable que la economía dominicana ha desarrollado importantes niveles de dependencias de esos trabajadores, siendo impensable que pueda prescindir de ellos de forma abrupta y sin planificación.

En ese sentido, se impone abocarnos a organizar esas personas para que solo habiten en nuestro país las que necesitemos y lo hagan de forma legalizada. En ese escenario, todo el que esté fuera de ese contexto deberá atenerse a las consecuencias.

Al discurrir los acontecimientos de esa forma, plantear como solución a la problemática descrita, la construcción de un muro a lo largo y ancho de la zona fronteriza pone de manifiesto una de dos posibilidades: La primera, una irresponsable alternativa con la cual se pretende eludir las razones esenciales de una situación que debe ser abordada desde una perspectiva de institucionalidad, siempre que se aspire a un cambio real en esta materia.

La segunda, que se trate de una burda maniobra para impulsar un proyecto de elevada rentabilidad y, de esa manera, ser partícipe en la distribución de pingües beneficios con quienes estarían al frente en la materialización de una idea de altísimo cinismo a costa de un erario precario como el dominicano.

De esa forma no se protegen los intereses nacionales, con la agravante de que, al simular que se actúa con sentido patrio, se incurre en un acto de extremo descaro. Detrás de la propuesta de ese muro no solo cohabita un pensamiento caduco, sino que se escuda una intención absolutamente perniciosa.

 

El Nacional

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