El genio de la lengua
De las diez acepciones que acopia el Diccionario de la lengua española
para el sustantivo genio, Bruno Rosario Candelier ha escogido la
número seis para centrar la temática de su más reciente libro,
titulado El genio de la lengua. La definición a la que aludo dice: “Índole o condición peculiar de algunas cosas. El genio de la lengua”.
La séptima acepción presenta el vocablo genio como sinónimo de carácter (fuerza de ánimo). De modo que de la forma más elemental podremos afirmar que este libro trata de la “condición peculiar” de nuestro idioma, que incluye las señas que lo identifican y lo hacen diferente de otras lenguas, aun de las que proceden del latín, lengua madre del español.
Por ejemplo, mientras el inglés y las lenguas neolatinas emplean los signos de interrogación y de entonación solo al final de la oración, el genio del español exige que se coloque al principio y al final de la expresión. Cuando un usuario de la lengua española, sobre todo si es escritor o docente, se ahorra estos signos al principio de la oración, incurre en una lamentable erosión al carácter de nuestro idioma, lo cual no puede permitirse nadie que haya asumido conciencia de la lengua.
El genio del idioma, estudiado desde sus diferentes manifestaciones léxicas, gramaticales y estéticas es lo que aparece en este libro desde el principio hasta el final. Este volumen de 453 páginas comprende cinco divisiones: I Reflexión teorética, II Textos literarios, III Entrevistas y consultas sobre temas lingüísticos y literarios, IV Entrevistas y reportajes, V Cartas, mensajes y correos electrónicos.
La característica más notoria del libro presentado consiste en que la idea central no aparece concentrada en un texto, sino que se trata de una serie de ensayos y conferencias en los que se explica la inevitable presencia del genio del idioma, tanto en la teoría lingüística como en la creación literaria y la normativa gramatical.
Todos los puntos de vista del autor confluyen hacia “la veneración sagrada por las palabras”. La filología es una especialidad de los estudios lingüísticos, pero a partir de la etimología de esa palabra (filo, amor; logos, estudio) Bruno Rosario Candelier monta un entramado perfecto que sirve de soporte a un cuerpo doctrinal orientado a infundir amor e interés por nuestra lengua.
Todo lo relacionado con el pensamiento, el discurso, las imágenes sensoriales y la intuición de formas verbales, para Rosario Candelier parten del Logos. De ahí que se permita afirmar lo siguiente: “En tal virtud, el genio de la lengua se manifiesta en un patrón estructural, cuyo formato orgánico y onda espiritual pautan el talante de una cultura, el cauce de una visión del mundo y un modo de percibir y expresar la realidad de lo viviente”. (pág. 9).
La normativa gramatical se presta muy bien para explicar en forma elemental qué es el genio de la lengua. A mí me resulta cómodo emplear como ejemplo del nombre del noveno mes, que es septiembre. Algunos no encuentran la razón de ser de la letra pe en la sílaba “sep”.
Desde este punto de vista resulta fácil apreciar el carácter de la lengua. Pero hay una estructura profunda que requiere dedicación por parte de aquel que aspire a un conocimiento cabal de nuestra lengua y hacer uso de ella para fines profesionales o creativos.
Aunque sus planteamientos concurren hacia un mismo objetivo, que es la preservación y fortalecimiento del idioma español, el libro El genio de la lengua incluye un amplio espectro temático de vinculación específica con la lengua y la literatura.
Estas reflexiones vienen a cuento a propósito del nuevo regalo emanado del persistente trabajo de Bruno Rosario Candelier en pro de la lengua y la literatura. El genio de la lengua es un conjunto de textos sobre creatividad, teoría lingüística, consejos en torno al uso del idioma y filosofía de la composición que representan efluvios de sabiduría de un hombre que ha puesto el máximo empeño en transmitir su “veneración sagrada por las palabras”.
Estamos, queridos amigos, en presencia de un libro fundamentalmente motivador, un libro bien documentado y edificante, un libro, en fin, capaz de llenar las carencias que padecemos muchos respecto de la índole de nuestro idioma y de los pasos necesarios para adquirir la plena conciencia de la lengua y del arte de escribir. Se trata de un libro para ser aprovechado.