El público se asombra de cómo se maneja la cosa pública
RAFAEL PERALTA ROMERO
rafaelperaltar@gmail.com
El vocablo /público, ca/ abunda en nuestra lengua en su función de adjetivo con el significado de notorio, patente, manifiesto, visto o sabido por todos. Usos como adjetivo masculino: carro público, derecho público, hombre público, pudor público. Adjetivo femenino: vía pública, acción pública, administración pública, asistencia pública.
También es un sustantivo, y como tal entra en la categoría de nombre colectivo. De las ocho acepciones que le atribuye el Diccionario a la palabra público, tres van en la calidad de sustantivo. Veamos: m. Común del pueblo o ciudad./ m. Conjunto de las personas que participan de unas mismas aficiones o con preferencia concurren a determinado lugar. Cada escritor, cada teatro tiene su público/. m. Conjunto de las personas reunidas en determinado lugar para asistir a un espectáculo o con otro fin semejante.
Este sustantivo resulta fácil –por su uso- para explicar la concordancia con sus referentes (artículo, verbo, adjetivo). Por limitado que fuera su nivel de escolaridad, cualquier hablante dirá, por ejemplo: “El público perdió la paciencia y se alborotó”. Todo en singular. Otro ejemplo: “El público estuvo inquieto, pero el artista lo calmó y lo hizo vibrar de emociones”.
Las zalamerías de los artistas ante el auditorio dan lugar al uso de adjetivos para calificar a público: “Contento de estar ante un público tan lindo”. “Querido público…”. Pero un cambio de persona gramatical se experimenta cuando se habla directamente a los congregados en un salón de espectáculos u otro tipo de actividad.
Se dirá, por ejemplo: “Querido público, sabemos que ustedes están impacientes, pero apelamos a su comprensión, esperen un poco”.
En esta oración se ha mezclado un sujeto singular, bien acompañado de un adjetivo en singular con otros referentes en plural (ustedes, están, impacientes, esperen).
Ante esta frecuente falta de concordancia nos hacemos los chivos locos. Pero la lengua tiene sus normas. Ese caso se resuelve con la sustitución del sujeto “Querido público” por un equivalente en plural: “Queridos amigos” “Distinguidos espectadores”.
El público es un ente colectivo que gramaticalmente se rige por el singular. Este conglomerado asume nombres específicos, de acuerdo a la actividad en la que participe, por lo común en papel de espectador, mientras los otros (que no son del público) protagonizan las acciones.
En la iglesia será la feligresía, la cual escucha a los ministros. En el play, será la fanaticada y asiste para aplaudir a los jugadores, por sus batazos, atrapadas o lanzamientos. En otros casos será la membrecía (La membrecía lo aprobó así), la matrícula (Más de la mitad de la matrícula votó que sí), el alumnado (Se informa al alumnado…), la militancia (Pedimos a nuestra militancia que tenga fe), la base (Aquí la base no decide nada).
En fin, todos alguna vez somos del público, aunque quisiésemos ocupar otra posición. Desde su lugar, el público oye, ve, disfruta o sufre. Y se asombra de cómo hombres públicos manejan la cosa pública.