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Orto-escritura: Algo más sobre España, poesía y santidad

Orto-escritura: Algo más sobre España, poesía y santidad

Sacerdote Ángel Pérez Barroso.

Es en el siglo XX cuando se publican las obras completas de san Juan de la Cruz  y se ensancha su influencia poética y su aceptación traspasa los límites del campo  religioso. Al respecto, vale citar esta afirmación del padre Ángel Pérez Barroso: “Dos son los campos en que San Juan de la Cruz ha irrumpido con fuerza en el mundo de la cultura actual: el pensamiento y el arte; y dos son las naciones que van al frente: Francia Y España” (“Un poeta actual del siglo XVI, San Juan de la Cruz”, editado por el Instituto Tecnológico de Santo Domingo, 1992 pág. 15).

El concepto de actualidad de la obra de san Juan de la Cruz es el punto focal del libro de Pérez Barroso, quien sostiene que los filósofos modernos lo admiran porque pocos como san Juan “han profundizado en las aspiraciones más hondas del ser humano…”

La obra de san Juan de la Cruz no es voluminosa, pero permite agruparse en categorías. En el libro de Pérez Barroso la división es la siguiente: 1. Escritos breves, 2. Poesía y 3. Obras mayores. Su poesía incluye las vertientes romances, poemas, glosas y letrillas. En tanto que el volumen citado de Obras escogidas, de la colección Austral, indica esta clasificación: Poesías (canciones, coplas y romances), Instrucción y cautelas, Avisos y sentencias espirituales y  Cartas espirituales. Sin duda alguna que el “Cántico espiritual” constituye la obra de mayor trascendencia de nuestro autor, pero no pueden dejarse de mencionar los textos titulados: “Subida al monte Carmelo”, “Noche oscura” y “Llama de amor viva”.

Lo muy cierto es que las obras poéticas de este autor se entrelazan y apoyan a las obras doctrinales, las cuales muestran grandeza espiritual como intelectual. Guillermo Díaz-Plaja (1909-19849) se ha permitido opinar que: “Las poesías de San Juan de la Cruz, que,  por una parte, rozan lo irracional, resultan ser claves líricas de los tratados doctrinales del autor…”.

Pero esto no es todo, el poeta barcelonés añade lo siguiente: “Por lo tanto, habremos de convenir en el hecho contradictorio de que estas poesías, teñidas por puras efusiones espontáneas, son un complicado producto especulativo, en que cada verso, cada frase, cada palabra, es objeto de una larga declaración que desarrolla el pensamiento allí comprimido. Ello nos hace pensar en una prodigiosa conciencia artística que uniría la más emotiva vibración del espíritu a la más honda mirada del intelecto en un equilibrio sin precedentes en la lírica universal”. (Historia de la poesía lírica española, 2ª edición, Barcelona, 1948, pág. 133).

Entre sus conclusiones, el padre Pérez Barroso -fallecido en octubre de 2020, en Santo Domingo- expresa lo siguiente: “A lo largo de estas páginas hemos intentado mostrar dos cosas: a) que la obra literaria de San Juan de la Cruz, ignorada durante casi cuatro siglos, ha pasado a primer plano y b) que, por el empleo sistemático de imágenes visionarias y símbolos, es un escritor de nuestros días”. (Pág. 121).

Este juicio se complementa con la apreciación del mismo autor, según la cual los críticos literarios de hoy se quedan atónitos al comprobar que san Juan de la Cruz, en pleno siglo XVI, haya sido capaz de adelantarse estéticamente cuatro siglos, y quedan más atónitos al comprobar que en cierto modo fue consciente de su genial innovación, aunque no le diera importancia. (APB, Pág. 122).

No tengo más datos biográficos que ofrecer, pero no puedo obviar la idea final del prólogo escrito por Ignacio B. Anzoátegui al texto “Obras escogidas, de san Juan de la Cruz”, publicado por Austral: “Así se funden en España poesía y santidad. Así como florece la Rosa, así florece el alma en su aire, flor de la tierra viajera que se entrega al riesgo del aire enloquecida de santidad y de poesía”. Parece que España, poesía y santidad es lo mismo que san Juan de la Cruz.