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Otra vez ONU y Haití

Otra vez ONU y Haití

Hugo Ysalguez

La Organización de las Naciones Unidas sólo tiene su mirada hacia la República Dominicana en búsqueda de una solución a la infinita crisis haitiana, pues otros países miembros se han negado a colaborar en opciones que devuelvan la estabilidad y la convivencia pacífica en el convulsionado conglomerado que habita la parte occidental de la isla, cuyos habitantes tienen una vieja costumbre, muy enraizada, lo que les impide tener una interacción social con los ciudadanos de otras naciones.

Potencias que se han beneficiados con la explotación de la riqueza de Haití, como Estados Unidos, Canadá y Francia rechazan prestar su cooperación para el restablecimiento de la normalidad y la instalación de un nuevo orden que regule las relaciones entre las personas, aplicando reglas de derecho coercitivas que contengan penas aflictivas e infamantes, las cuales serían un muro de contención al caos y la anarquía que impera en ese país.

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Una veintena de países que conforman el Caricom, todos ubicados en la región del Caribe, han cerrado las puertas a los haitianos, en defensa de su autoridad de ejecutar el control migratorio, mientras la ONU insiste en dar órdenes a los dominicanos para llenar este terruño de ilegales, una situación insoportable, dado que la inmigración de los vecinos, no solo consume el 30 por ciento del presupuesto de Salud, sino también que están cometiendo crímenes horrendos en diversas comunidades.

La ONU, con su permanente insistencia, está prohijando en un enfrentamiento bélico de trágicas consecuencias, desviando su atención a sus obligaciones esenciales de ser un ente de moderación y mediación en la solución de conflictos del universo de sus miembros, y olvidarse de su obstinación de abrogarse derechos sobre un país soberano, libre e independiente, conquistas logradas en el terreno de múltiples batallas victoriosas.

Haití sigue siendo un clavito en el zapato, y pese a las reiteradas negativas del presidente Luis Abinader, de complacer a los organismos internacionales, a quienes llamó irresponsables de pretender usar la República Dominicana como un trampolín, en la búsqueda de alternativas a la crisis haitiana. Y esa firme y aplaudible reacción del jefe de Estado, se originó por el último atrevimiento de un funcionario de la ONU que solicitó detener las deportaciones de haitianos ilegales y tener la frontera abierta para ocupar este territorio de personas que ni si siquiera tienen documentos de identificación, pues no están inscrito s en el Registro Civil de Haití.