En un momento de ficción, podríamos despedir a este 2021 con la seguridad de recibir este sábado, una República Dominicana completamente renovada, sueño y deseo de la mayoría de las personas que la habitamos.
En ese despertar, no habría corrupción, ni instituciones que la formalizasen, -ni PEPCA, claro- solo prácticas políticas de crecimiento democrático, con personas honestas, respetuosas de la dignidad del pueblo. Y las instituciones supernumerarias, creadas por el envilecimiento del poder, no existirían.
Un país con cinco cacicazgos, no 32 provincias, y un Congreso pequeño, para un país pequeño, con un gasto, también, pequeño, en el que el dinero rendiría porque sería redistribuido equitativamente. Educadores/as, en el sistema, tendrían la preparación y el salario más alto en la escala de todos los sueldos, porque serían capaces de preparar una nueva ciudadanía liberadora, con base en la igualdad de oportunidades, sin discriminación por creencias, etnia y raza, sexo, orientación de género, edad, clase social, etc.
Y los funcionarios y funcionarias, trabajarían fuera de oficinas, en sus espacios de ejercicio, rindiendo un 50% de su trabajo de manera honorífica, para poder ser llamados honorables. Porque los partidos políticos, dicen que sus afiliaciones son “para servir al pueblo”.
Como solo con ese ajuste, el dinero público andaría abundante, la redistribución sería equitativa, sin que hubiera lugar a la dolorosa pobreza, ni a la inexplicable riqueza. La medida del haber, sería el trabajo digno, que abundaría una vez no se robe más la posibilidad de crear sus fuentes.
No habría necesidad de fuerzas represivas armadas, porque la gente que tiene trabajo y es tratada con dignidad, no necesita delinquir ni pelear. Y entonces, no habrían “intercambios de disparos”, ni los graves episodios delictivos en los que un porcentaje sorprendente, son policías y militares.
La niñez y adolescencia dominicana sería verdaderamente el interés superior en este país, en la educación y en la protección total a sus derechos humanos, incluyendo, los derechos sexuales y derechos reproductivos, sin embarazos a destiempo, y el gran porcentaje de violencia que vivimos hoy, sería historia.
Las personas adultas mayores ya no sufrirían tanto y sus derechos humanos, que incluyen los económicos, sociales y políticos, serían resguardados y favorecidos.
Por supuesto que, este 2022, sería de la justicia independiente y el estado de derecho del país no estaría en el juego de los partidos políticos. De hecho, las cárceles estarían exclusivamente, para quienes, desde el poder, se favorecieran a sí, a sus familias o a sus adláteres.
¡Feliz Año nuevo!