Con la partida el pasado lunes 4 de septiembre (2023) de Pericles Mejía, director, guionista, editor y actor de teatro y cine dominicano, no solo se va una parte fundacional del arte escénico y el cine de factura nacional. Luego del velatorio, decenas y centenares de mensajes de condolencia, de textos y fotos estandarizadas en los grupos de WhatsApp con su imagen. Luego del pesar y las lágrimas.
Pericles Mejía fue de todo y fue por mucho una pieza multivalente: actor (cine y teatro), director, crítico de cine, periodista cultural, camarógrafo, editor, escritor con una obra que estuvo limitada a los borradores de libretos y guiones.
Él es una inspiración que no cesa con su partida tanto por su ejemplo docente, por sus experiencias, por sus aportes históricos a la industria, sus enfoques y sus perspectivas, por su labor directa de su mano a la construcción de nuestro cine y a algunas de sus entregas más trascendentales del espectáculo teatral.
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Era la suya la experiencia que nos supo mostrar una vida integra, un trayecto claro, desde sus 16 años cuando se decidió a estudiar en la Escuela Nacional de Arte Dramático, en Bellas Artes (1960) y luego se marcha a la gran Europa, en 1968, para forjarse en Francia en teatro, artes visuales y cuando transforma su perspectiva local del Caribe por la visión universal que provee el contacto con tantos siglos acumulados en museos y universidades, y sobre todo, en sus salas de cine y teatro. El haber hecho del francés su segunda lengua, fue una transformación de vida.
Su regreso al país en 1972 lo lleva a dar clases como profesor de Teatro en la Escuela Nacional de Arte Escénico, Bellas Artes, Santo Domingo.
El cine dominicano pasa por sus arcadas personales: Fue fundador de la Cinemateca Dominicana, tan temprano como el 1979, para recibir, organizar, preservar y poner en servicio el patrimonio cinematográfico nacional.
Antes había fundado un proyecto de preservación del cine a la que llamó Kircher , en homenaje a un sacerdote jesuita, Athanasius Kircher (1602-1680).
A Kircher se le considera casi el inventor del cine a partir de la publicación de su libro Gran arte de la luz y de las sombras.
En esa obra describe, a partir de astronomía, matemáticas, óptica, música, historia natural, conceptos que aplica a una caja mágica y que permitiría imágenes en movimiento a partir del uso de una linterna desde una postura trasera. Eran las bases del cine.
Solo un hombre de la cultura de Pericles Mejía podía haber tenido la certeza de reivindicar un nombre como ese, que era totalmente desconocido para entonces. Ese es Pericles que no nos abandona.