Opinión

Plantas de carbón

Plantas  de carbón

Nos contaba el pintor Miguel Núnez, quien se ha dedicado a entregarnos en sus artes una nueva versión de la imagen de Juan Pablo Duarte, que fue impactado al conocer que el patricio se enteró del estallido de la Guerra Restauradora cuando fue a un «ventorrillo» en un campo de Venezuela a comprar y le envolvieron el producto en papel periódico, que contenía el titular del acontecimiento histórico.

En los colmados populares de la República Dominicanos y sus ventorrillos era común el uso del llamado papel de funda, donde se les envolvía a los «marchantes» tanto la mantequilla como el queso o el salchichón antes de llegar el Salami.
Al tratar de explicar los referentes en el funcionamiento del cerebro para general el pensamiento, Juan Bosch escribió que si usted le mencionaba a un dominicano una funda, la primera imagen que le llegaba era «el papel de funda», por lo común que fue en la vida diaria.

Si usted le refiere en un texto o verbalmente fuera de su medio a un campesino la existencia o la experiencia con una bota de calzado, se imaginará aquella de goma gruesa que prácticamente alcanzan las rodillas y con las que cruzan los charcos camino o dentro del conuco.

No concebiría el campesino las botas, negras y marrones, de Euclides Gutiérrez Félix, las cuales consumen una cantidad considerable de líquido para lustrarlas y que se ven tan bien que ni los publicistas pudieron convencerlo de que las abandonaras en tiempo de campaña.

Por largos años vimos cómo penetraban a la Capital Santo Domingo los camiones cargados con sacos de carbón, en el interior de los barrios el carbonero inmortalizado por Johnny Ventura, las carboneras que vendía en latas y los anafes, de cuyas hechuras vivían muchos tras recoger las latas de aceites desechadas.

Cuando se le hablaba a la gente del carbón, el dominicano no podía dejar de imaginarse el anafe ardiendo.
En el campo eran sacrificados los árboles para hacer carbón hasta que se comenzaron a distribuir las pequeñas estufas de gas y las jóvenes del campo comenzaron a trabajar en las zonas francas.

Cuando se habla de las plantas a carbón de Punta Catalina, hemos reflexionado sobre qué imagen se hará el pueblo dominicano que tiene en su cerebro el carbón del fogón, el anafe y el peine caliente de tiempos idos y que no ha tenido ninguna experiencia con el carbón mineral, combustile que ha impulsado el desarrollo industrial durante los siglos de la modernidad.

Los que ha intentado desacreditar las plantas a Carbón de Punta Catlina han encontrado una tierra fértil en la imaginación del dominicano para calificarlas de contaminantes, pero cuando nos llevaron a verlas nos dimos cuenta que se trata de una ciudad industrial en tiempo de tecnología que no llenará de oscuridad los cielos como las cocinas de los campos.

El Nacional

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