SANTIAGO .-En el país existen miles de familias que viven en condiciones de pobreza extrema, sin embargo la situación de algunas de éstas podría catalogarse como grave y es que hay quienes ni siquiera cuentan con los recursos básicos para vivir.
La familia de la Ciega de Milo de Boca de Licey, en Tamboril, se encuentra en esta categoría.
Se trata de la viuda, a quienes han tachado con el calificativo de la ciega o rubia de Milo y que desde hace más de veinte años vive en condiciones de pobreza extrema desde una casita de tablas en Boca de Licey con sus siete hijos cuyas edades van de los cinco a los veinte años.
En esta casa falta de todo, desde un piso, hasta sillas, mesas, electrodomésticos y utensilios para comer, aunque al parecer éstos solo se usan cuando la gente se solidariza con esta causa, esto sin dejar de mencionar la condición en que se encuentran los pocos muebles con que cuentan.
Las ocho personas que viven ahí están expuestas a todo tipo de contaminación, al entrar al lugar el olor característico que te da la bienvenida, es el del humo pues todavía el fogón es tradición aquí y por cierto éste solo se enciende cuando alguien recuerda a la viuda y a sus hijos y se desprende de algún bien para esta causa.
Y como si sonara a contradicción, la Rubia, como también le llaman, tiene la responsabilidad de guiar a sus hijos sola, aunque ella ni siquiera ve el camino por el que los está conduciendo, esto, producto de una enfermedad visual que que lentamente la está privando de la vista.
María Lucía Vásquez, que es su verdadero nombre, ni siquiera sabe el porqué de su desgaste visual y es que la mujer aún no ha visitado algún médico en busca de un diagnóstico porque no cuenta con los recursos para hacerlo.
Vivimos de lo que la gente nos da, no tenemos nada, a veces los vecinos nos dan cositas para vivir.
Al tiempo que expresó que desde que su esposo murió, hace cinco años, la situación se agravó antes vivíamos mal, pero ahora estamos peor.
Contó además que su esposo duró treinta años trabajando en el cabildo de Tamboril, y que desde que enfermó de hepatitis B se retiró de sus funciones y que cuando murió la institución la ayudaba con 300 pesos y que desde hace varios años la ayuda le fue retirada.
Y pese a la situación de pobreza extrema en que vive junto a sus hijos dijo que no pierde las esperanzas en Dios de que algún día la vida de su familia pueda cambiar y en este sentido expresó que aún hay gente noble en este país.
Sus hijas hablan
Dos de sus hijas, Rosanny y Yulissa, dijeron que cada día están a esperas de lo que la gente les pueda dar para vivir vivimos esperando que alguien se solidarice con nosotras y nos dé algo, porque no tenemos para comer
El mayor de sus hijos, Julio Pérez, de 21 años, no asiste a la escuela, porque se dedica a hacer trabajos en el campo para ver si consigo algo para ayudar en la casa mientras que la menor de las hijas de La Rubia de cinco años vive con una hermana..

