Tiempo era de enfrentar el espantoso panorama que ofrecen los ríos Ozama e Isabela, cuyas riberas son ocupadas por cinturones de miseria que contradicen el desarrollo de una ciudad como Santo Domingo.
Múltiples proyectos para regenerar las corrientes pluviables no han pasado de buenas intenciones, por lo que esta vez se espera que la regeneración urbana y ambiental dispuesta por el presidente Luis Abinader se convierta en una realidad.
La elevada contaminación, con sus secuelas para la salud, constituye un desafío tanto para las autoridades como para el empresariado y los grupos que tanto dicen preocuparse por la ecología.
La degradación también representa un lastre para la mejoría de las condiciones de vida de los residentes en la periferia de los ríos.
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Un atentado al ornato e incluso para el fomento de la industria turística. Al declarar los ríos de alta prioridad, el Gobierno se propone, entre otros objetivos, intervenir y recuperar la regeneración física, urbana y ambiental de los terrenos que ocupan familias en la periferia.
El Ministerio de Medio Ambiente y la Unidad Ejecutora para la Readecuación de Barrios y Entornos (Urbe) correrán con la responsabilidad del proyecto.