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POESÍA

POESÍA

El jardín abandonado

 

Rosalina Benjamin es poeta, “ha escrito algunos de los poemas más bellos del mundo”, dirán en otro tiempo. Sus versos y oraciones larguísimas contienen uno de los universos más representativos de la poesía actual. Llenos de rabietas irónicas, escapistas, y conceptuales forman una hilera de símbolos novedosos y renovados.

El ritmo es siempre limpio y ascendente hacia uno de los alientos épicos más sutiles y brillantes vistos hasta ahora en nuestra dominicana poesía. La construcción, inteligente, cada imagen, cada recurso inesperado, original. Sus textos son como pasillos, el laberinto de la línea recta, te llevarán donde deseen, el fin es que tomen vida y actúen por cuenta propia. Así la transformación, el misterio, son inevitables.

Rosalina nació en Miches en 1979, estudió pedagogía, mención letras en la Universidad Dominicana O&M. Participó en talleres literarios como el César Vallejo de la UASD, y grupos como el Círculo Literario El Viento Frío y otros. Ha publicado los poemarios “Manual para Asesinar Narcisos” (Premio Nacional de Poesía Joven, Ferial del Libro 2011), y “El Diario del Desapego”. Aquí una entrega de su poesía, es suya.

El Jardín Abandonado

(Rosalina Benjamín)

Fragmento

I

¡Nada! /Que los sueños a veces cuestan demasiado y eso ya es horrible. /Despertar cada vez y arriesgarse a volver a soñar. /Haber perdido las lágrimas en el camino /y tener que vencer el asco y masticar /y tragarse a secas la tristeza… /Que el sol está más bajo cada día /¿Y ahora quién podrá ayudarnos? /¡Nada! /Todos los súperheroes duermen borrachos, /en el parque donde los ha confinado la era. /A su tierna edad, tienen licencia para suicidarse, /para fornicar con la cuñada, /o robarle a sus amigos algo de sus miserias. /Y desde alguna estación de radio, /Bunbury se lava las manos del asunto, /con mucho menos gracia que Poncio Pilatos. /“Que yo no tengo la culpa de verte caer…” /Mientras tanto, el miedo nos vigila con sus ojos amarillos, /cruza y descruza las piernas a lo Sharon Stone, /desconcentrando a la noche de su partida /de ajedrez con nuestras almas… /Yo digo “dios” con minúscula sintiéndome atrevida /y fumo mi primer cigarro tratando de no estornudar…

II

Algunos han traído sus versos mal escritos, /otros ganas de cualquier cosa, /o inútiles sospechas de que somos solo nosotros en el universo, /y no sé qué otra mierda filosófica, inventada, probablemente, /por los fabricantes de ron, /que son los únicos beneficiados de que estos infelices /se rompan la cabeza tratando de entender o de soñar… /El fin es que nada tiene sentido, /ni siquiera esta rara angustia que enjuta mi pecho. /Nada debería importarme, ya, el olor marchito de las sábanas… /El joven que duerme a mi costado sueña / con gráciles princesas de otros suelos, /de ojos clarísimos y cabellos soleados rozándole el talle de donde él se abrazará,/ sintiendo haber nacido con estrella. /Por mi parte yo debería echarlo de mi cama, /no sentir esta triste ternura /y disculparme con el frío de las noches anteriores /que sí estaba aquí sólo para mí… /Pero no.

III

 

Al amanecer el parque también está vacío. /El viejo que recoge las botellas, /mirando las innúmerables colillas, sonreirá desdentadamente: /—la Marlboro debe estar frotándose las manos, /¡pobres chiquillos!— dirá. /Sí, viejo, somos los hijos huérfanos deformes hijos de un dios tercermundista. /Ahora podemos ponernos nombres raros, /agujerearnos por todos lados y jugar a los malditos… /Podemos, sin consecuencias, ser niños terribles como Rimbaud, /y escribir contra la iglesia y todos los justos culpables, /cagarnos en el Apocalipsis, /comernos el árbol del fruto prohibido /y hasta chuparle las raíces. /¡Somos libres al fin! ¿Qué son esas muecas amargas? /¡Sonrían amigos míos! /Podemos pecar infinitamente sin que nada pase /Todo lo que podríamos desear ya está aquí.

IV

El amante despierta extrañado junto a mi crespa humanidad, /ante mis ojos —convenientemente cerrados— /mira inquieto en derredor, /en busca de las margaritas deshojadas, lo sé. /Le señalo el cactus de mi mesita de noche y suspira con alivio, /y hasta tiene el descaro de besarme. /En cambio en el parque nada ríe después de las diez, /las palomas duermen a esas horas. /Los hombres polemizan las inclinaciones /sexuales de algún poeta muerto, /mientras comparten bacterias en la botella de alcohol. /Las hembras, paseamos abrazadas, /con lástima en los dedos y náusea en la entrepierna. /Ahora deberían tronar las jodidas trompetas /con cuya amenaza nos torturó el sermón cada mañana de domingo, /¡Un terremoto! /¡El fuego y el azufre! /¡Rechinar de dientes… /¡Lo que sea! /¡Pero nada! /Se ha declarado impunidad eterna para nuestra Sodoma… /¡Ay, queridos qué desdicha la nuestra! /La muerte se viste de incógnita y va a estrenar el metro. /Allá va, parloteando con los marginados en su pintoresca jerga. /Le asquea nuestro ceniciento vocabulario de poetas /es a sus cuerpos descalabrados /a quienes honra el destello malévolo de sus pupilas… /¡Ay, qué desdecir! ¡Cuántos puntos suspensivos!

V

Esta vez no he adormecido el brazo de éste que no me sueña,/ he apoyado mi cabeza por ahí afuera, /en algún sitio ajeno a este abandono. ¡Ayúdame a atar mis sueños Aída! /Yo también quiero esperar /en la desesperada y desesperante noche /sin perder la esperanza, /o poder rezar, con éstos, mis hermanos, /que abjuraban de todo hace un minuto /y ahora arrodillados sobre sus vómitos, se persignan, /en el nombre de Marx, de Hitler y de Baudelaire… /Pero es que a mí ya no me dan esos arranques de inocencia, /estoy impuramente vacía, /no le reconozco grandeza más que a estos: mis impuros deseos.

VI

¡Ay! las flores deberían ser todas ahora, /las mariposas portar veneno /y, de cada molécula de aire, formarse un murciélago sediento. /Se comienzan a oír extraños cantos /desde alguna nube cercana: /—¡Un día se eclipsará todo el universo! /Sí, amiga mía, seremos bendecidos con la feliz ceguera de los olmos! /Nuestros oídos se cerrarán como una bóveda sin nombre. /Un día lloverá infinitamente sobre el jardín, /seremos borrados para siempre de estos renglones perversos. /Todo volverá a unirse y a disolverse /y será solo el agua, como al principio! /Alguien sacude al soñador violentamente, /despierta retorciéndose las manos, /y del abdomen indecente de la noche /sale al rojo vivo una gigante, ciega y peligrosa… /alrededor sólo temblores y mudez.

El Nacional

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