Al unísono de los juegos recreativos infanto-juveniles, mi memoria guarda como imborrables las escenas de familias de comarcas del suroeste refugiadas en la Gobernación, el Ayuntamiento y el Cuerpo de Bomberos de Barahona -a principios de la década de 1960- luego de haber sido socorridas por los desbordamientos del río Yaque del Sur. Esa penitencia termina con la puesta en funcionamiento del embalse de la presa Monte Grande.
La principal función de este megaproyecto es salvar vidas -por el control de las crecidas en la cuenca baja de este torrente que nace en la Cordillera Central y recorre 130 kilómetros-, y después suministrar agua potable, irrigar predios agrícolas y generar hidroelectricidad.
Al presidente Luis Rodolfo Abinader Corona le ha tocado la honra de inaugurar la primera etapa de esta obra, que incrementa mi superior cavidad craneal sobre el por qué, sin ser un nativo de la geografía de la sub-región Enriquillo, ha puesto tanto empeño en ella.
Mucho antes de ser presidente de la República, varias veces me refirió la belleza de esta zona y expresó penas por sus agobios. Y me planteó el imperativo de crear una fundación para trabajar por el bienestar de Barahona, idea que no pudo ejecutar por ser absorbido por las campañas políticas.
En un encuentro/almuerzo con periodistas en el Palacio Nacional, a los pocos días de juramentarse como mandatario, se dirigió a mi mesa para comentarme que había hecho una encuesta, en la cual la delincuencia sobresalía en mi entrañable Barahona y que pondría énfasis en esta problemática.
El proyecto múltiple Monte Grande, con capacidad para almacenar aproximadamente 350 millones de metros cúbicos, beneficiará a unos 22 mil productores agrícolas. Se hermana con la tranquilidad, la mejoría de la calidad de vida y el desarrollo económico y social.
En su segunda etapa, que aguardamos sea pronto, tendremos las infraestructuras complementarias, o sea, el sistema de agua potable del Acueducto Múltiple del Suroeste, que abastecerá a 35 comunidades de las provincias Barahona, Bahoruco e Independencia, donde viven 450 mil personas; la construcción de canales para irrigar más de 350 mil tareas agrícolas, la generación de energía eléctrica (13 mega watts), la pesca y el turismo.
Reposado en una silleta, debajo de una carpa en la falda de una montaña nutrida de historia y sembrados alimenticios, presenciamos la inauguración del embalse de esta magna obra, rememorando a las familias de los poblados arribados citados refugiadas en instalaciones gubernamentales y en casas de amigos de Barahona. Vayamos a ver la presa y disfrutemos de la belleza natural descrita, partiendo desde Azua, siguiendo a Neiba, Jimaní, Barahona y concluyendo en Pedernales. El Sur está de moda…!