El presidente de Rusia, Vladimir Putin, ha tenido en el suministro de gas natural a Alemania y otras naciones europeas una de sus principales armas en sus amenazas a Ucrania para frenar la expansión de la OTAN.
Por las reservas del combustible, del cual suministra alrededor del 41% a varios países de Europa, el mandatario ruso ni siquiera se ha inmutado ante las sanciones económicas con que ha sido amenazado si las tropas de su país incursionan en Ucrania.
Si lo apretaban solo tenía que restringir el suministro de gas para obligarlos a flexibilizar las sanciones. El problema que se le ha presentado es que el presidente estadounidense Joe Biden está decidido a que no se salga con las suyas.
Biden, además de negociar con Catar la consolidación de la alianza energética, está decidido a utilizar las reservas estadounidenses para evitar una crisis en Europa. Catar es el cuarto proveedor de gas de la Unión Europea con 5.2%, por debajo de Argelia, 8%; Noruega, 16, y Rusia 41. Rusia es también de los principales proveedores de petróleo.
Estados Unidos está decidido a que se repita la “guerra del gas” que por un diferendo entre Rusia y Ucrania se afectó el suministro a Europa. Otras opciones con que contaría Washington son Arabia Saudí, Australia, Libia y Azerbaiyán.
Con los pasos de Biden el Gobierno ruso tendrá que pensar muy bien las consecuencias de un ataque militar a su vecina Ucrania.