Los males del sistema parten de la económica. Siempre habrá pobres y ricos, pero el capitalismo con rostro humano permitirá paliar la miseria y la exclusión.
La iglesia católica truena contra las desavenencias en determinadas capas de la sociedad y destaca que los vicios están por encima de las virtudes. Lo que se tiene que pensar es en acciones preventivas.
Desde el púlpito la iglesia puede jugar un papel vital en introducir formas de comportamiento y una mayor convivencia humana. Vivimos en una sociedad de fantasías, de contra valores, y sin ir a actuar contra esas impurezas sociales, no se solucionarán los males.
Los vicios y el abandono social resurgen en todas las capas comunitarias. La lucha es sin cuartel para hacer el habitad más llevadero, donde se respeten las ideas y la forma de comportamiento de cada cual.
En esas transformaciones que desea la sociedad hay que ir a doble canto: la prevención y la acción. Deben ir de común acuerdo y actuando sobre la marcha. Con el simple garrote no se perfecciona a la sociedad. Se necesita más de la prevención.
Nadie se convierte en delincuente o portador de vicios de un día para otro, como señala un sector de la iglesia católica, por simple modismo. Hay que ir a las tergiversaciones sociales para saber las medidas de alta cirugía a implementar.
Hay que comenzar por la educación, priorizando por la hogareña y finalizando con la formal. La escuela debe ser la forjadora del carácter de las nuevas generaciones. No puede fallar en ese cometido.
Pero si desde la primera niñez no hay formación humana emanada desde el hogar, todo estará prohibido. Hay que rescatar la unidad básica de la sociedad, que es la familia. La crisis económica de muchos hogares conspira contra su tranquilidad y educación de los hijos.
La lucha por la subsistencia, por el plato de comida, lleva a muchos hogares a ser dirigidos por madres solteras y cabezas de familia que perdieron la esperanza. Allí hay que ir con las medidas de prevención en las manos. Actuar antes de que el vicio comience a corroer el sistema.
Hay que levantar la unidad familiar y hacer promisión de fe en dar la debida orientación en momentos de incertidumbre. Se pueden lograr metas, aunque en un momento los caminos se vean cerrados.
Por consiguiente la medicina es la prevención. Si está falla se iniciará la senda del camino de tragedias, que terminan en la prisión o el intercambio de disparos.
Por: Manuel Hernández Villeta