Concluyo con la segunda parte del artículo “Rectificar es de humanos”. Decía que la reforma constitucional es una realidad y que se debe avanzar con la ley de modernización fiscal, que de un modo u otro habrá que hacer. Debemos admitirlo: el proyecto no fue bien presentado, porque no fue bien pensado, ni bien defendido por los funcionarios del gobierno, los dirigentes del partido, que, en su mayoría se metieron la lengua donde no le daba el sol.
He dicho muchas veces, y lo sigo diciendo, que la comunicación es una tarea pendiente del PRM y del gobierno. Comunicamos mal lo que hacemos bien. Guardan silencio cuando deben hablar, hacen ruidos cuando lo mejor es el silencio.
Los problemas comunicacionales del gobierno no se resuelven gastando ocho o diez mil millones de pesos al año en propaganda, publicidad, periodistas y comunicadores atrincherados en plataformas digitales. Eso es botar el dinero, echarlo en un zafacón.
Es necesario cambiar el modelo, la forma de comunicación, lo cual requiere de un diseño, de una política de comunicación para defender al presidente y sus propuestas. (Un área profesional degradada y descontrolada es justamente la comunicación, donde se han anidado “periodistas”, “comunicadores”, “influencer”, en “plataformas digitales” concebidas para la extorsión y el chantaje, sin respeto a los demás, principalmente funcionarios, empresarios y dirigentes políticos, sin ninguna consecuencia.
Creo, finalmente, que ha llegado el momento de producir algunos cambios en el gabinete, comenzando con algunos tecnócratas y burócratas, incluir dirigentes políticos que les duela el presidente y el partido, que puedan salir a defender, con uñas y dientes, las propuestas emanadas del Ejecutivo.
Dejar la petulancia y la arrogancia que exhiben muchos, ignorando a la gente, no atendiendo a sus necesidades. Envalentonados y borrachos de poder, con aspiraciones presidenciales a destiempo, absurdas y ridículas, utilizando recursos del Estado.
En una reunión del Consejo de Ministros, el presidente Abinader debe dar algunos golpes sobre la mesa, decir dos o tres palabras descompuestas y tumbar del árbol del Estado algunas frutas podridas o descompuestas. Es hora de producir algunos cambios en el gobierno y en la dirección del PRM. El PRM, lo vuelvo a decir, no está jugando el papel de partido oficial, obligado a defender al gobierno y al presidente.
Está ausente de los debates de los principales problemas del país, como lo hizo el PLD durante los años en que se mantuvo en el poder. El Comité Político del PLD era una especie de “Soviet Supremo”.
El PRM parece dividido. Y, como dijera Peña Gómez, “sin unidad no hay fuerza, y, sin fuerza, no hay victoria”. Al PRM le falta un espíritu de cuerpo para poder mantenerse en el poder, pues de lo contrario, “e pa fuera que van”.