Opinión

Renace escuela de Hostos

Renace  escuela de Hostos

POR: José Antonio Torres
joseatorres1960@hotmail.com

 

En tiempos en que la dinámica para formar mentes sanas y capaces cambia día a día, creando ventajas a la vez que obstáculos para nuestros maestros, surge la necesidad de devolverle al magisterio la importancia que se merece, y a los docentes el reconocimiento necesario para su labor.

Forjar a los ciudadanos del mañana no es una tarea menor. Asumir tal responsabilidad solo lo pueden hacer personas con una sólida vocación de servicio y amor por los niños y jóvenes.

Los grandes genios, los líderes mundiales y los ciudadanos de bien no serían lo que son sin las valiosas enseñanzas y el ejemplo de grandes educadores que dedicaron su tiempo para hacer de este un mundo mejor.

Eugenio María de Hostos, el maestro, el educador no creía en la enseñanza circunscrita al aula y al patio de la escuela. La actividad pedagógica debía volcarse al parque, a las calles, al campo, al hogar, así, la enseñanza formal se empapa de la praxis cotidiana, y la realidad de las cosas encuentra su razón sin misterios.

Hostos junto a Andrés Bello y Bartolomé Mitre forman la trilogía del pensamiento pedagógico hispanoamericano.

El evangelio hostosiano se apoya en su trípode fundamental para que toda enseñanza aprendizaje sea verdaderamente eficaz: Racional- Moral-y Universal. Racional porque ningún conocimiento nos debe ser transmitido en medio de neblinas y oscuridades.

La razón debe prevalecer en lo que se enseña por lo que ni debe ser memorística ni dogmática.

Moral, porque esta atiende a las costumbres. La entereza de las costumbres ciudadanas es una garantía para la tranquilidad de la nación y el progreso. Universal porque el saber no debe tener parcelas, debe alcanzarlo todo, abrazarlo todo, observarlo todo.

A Hostos, le tocó reencauzar la educación dominicana por los trillos del positivismo y el cientifismo pedagógico. Juntos, bajo la égida ideológica del maestro, inician el primer ensayo verdaderamente serio, tonificante y vivificador, de reestructurar nuestras viejas estructuras educativas.

En estas cosas algo siempre queda. Sin lugar a dudas el gran maestro daría todo de sí. Como verdadero hijo de su época, al influjo del anti-clericalismo, tan de moda entonces, consideraba la injerencia de la Iglesia y el clero en materia educacional obsoleta, perjudicial e inútil.

El Nacional

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